Del lunes 13 al viernes 17 de mayo, la Universidad Complutense de Madrid y el Festival Internacional de Cine Documental Documenta Madrid, gracias a un acuerdo mutuo, han convertido el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Información en una de las sedes del festival madrileño más longevo. En concreto, el local complutense ha acogido parte del ciclo Escenarios de guerra con la proyección de películas que han ido desde este mismo año 2019 hasta clásicos de la cinematografía bélica del año 1946, como Let there be light, rodado por John Huston. Además se ha hecho coincidir esta oportunidad con la proyección de trabajos audiovisuales de estudiantes de la Facultad, también bajo la premisa de Escenarios de guerra. En total se presentaron 16 trabajos, de un máximo de 5 minutos de duración, de los que el jurado preseleccionó ocho para que fuesen proyectados y para repartir entre ellos cuatro galardones: al mejor guion y propuesta conceptual, a la mayor sensibilidad social y capacidad de impacto en la sociedad, al mejor trabajo de imagen y, por último, el premio del público.
Los ganadores en esas diferentes categorías, han sido, respectivamente, Volver, de Elisabeth Burgos, Valentina Deluca, Laura Escaso, Cristina Sánchez y María Ángeles Zomeño; Una tortilla para Pepa, de Miguel de Mora, Eunate Redin, Laura Sánchez Treviño, Ana Ojeda y Yulin Chen; y Norman, de María Isabel Ruiz, Sara Saguar, Luis Navas y Elena Oñate. El premio del público recayó también en Una tortilla para Pepa.
Volver es un filme que utilizando la animación stop motion, con unos Playmobil, e imágenes de archivo de la guerra de las Malvinas, nos recuerda aquel conflicto inútil en el que murieron cerca de mil personas por un encontronazo entre los egos de los dirigentes de dos países.
Una tortilla para Pepa cuenta, en formato entrevista, el duro pasado de la posguerra española y de cómo los hábitos, incluso los culinarios, tuvieron que adaptarse a las cartillas de racionamiento y a la falta de dinero. Las responsables del corto aseguraron que se plantearon muchos temas y comenzaron su trabajo investigando el origen de la tortilla, idea que enlazaron con la narración de la abuela de una compañera de la Facultad. De esa manera han dado "una visión de que la guerra ha influido en lo que somos hoy y de que las guerras siempre tienen consecuencias". El profesor José Antonio Jiménez de las Heras asegura que "este pequeño documental, que mira hacia la realidad y su entorno encaja muy bien en la categoría de sensibilidad social, ya que reflexiona sobre quiénes somos y sobre el legado de las mujeres".
Norman narra, a través de una entrevista telefónica, la participación de un estadounidense en la marina en la Segunda Guerra Mundial, algo que le llegó de repente, cuando estaba terminando el instituto. Y de cómo, tras el conflicto, mientras esperaban a ser repatriados, formó parte de una banda de música compuesta por otro soldados.
La sección oficial
El primero de los documentales proyectados dentro del ciclo Escenarios de guerra ha sido Still recording, de Guiath Ayoub y Saaed Al Batal. El filme es el resultado de más de 450 horas de grabación realizadas por ocho profesionales durante la guerra civil siria. La idea principal del documental es que la muerte espera a la vuelta de cada esquina e incluso puede golpear a los profesionales que han ido allí a documentarla. De hecho, el título hace referencia a los últimos diez minutos de la película, cuando uno de los cámaras es alcanzando por un proyectil y la cámara sigue rodando mientras somos testigos de la que podría haber sido una muerte en directo.
El martes 14 se proyectó Operation Jane Walk, rodada por los austriacos Robin Klengel y Leonhard Mülner, que nos ofrece un peculiar paseo turístico por la arquitectura de un Nueva York apocalíptico, utilizando las imágenes de un videojuego. Los directores, presentes en la Facultad, contaron que tras dedicarle horas al juego comenzaron a fijarse en el escenario, que refleja a la perfección un gran número de edificios emblemáticos neoyorquinos y otros que no lo son tanto, pero que han marcado la historia de la ciudad. Sobre esa plataforma, un narrador nos cuenta la evolución de edificios como la Trump Tower y su relación con el capitalismo.
Los autores reconocen que el suyo es un trabajo ideológico, "muy a la izquierda de lo que puede ser el capitalismo actual". De hecho consideran que si en el pasado, tras la Segunda Guerra Mundial, se crearon en Nueva York muchas viviendas para gente sin recursos, la mayor parte de las veces con criterios racistas, "ahora existe una mayor diversidad, pero controlada por el capitalismo, por los inversores en el urbanismo, mostrando algo que parece más ecológico, pero que lleva a la gentrificación y a una ciudad para ricos".
La programación del martes se completó con el documental croata Srbenka, de Nebojsa Slijpecevic. El filme muestra los ensayos y, de refilón, el estreno de una obra de teatro sobre una serbia de 12 años, Aleksandra Zec, que fue ejecutada junto con sus padres en Zagreb en diciembre de 1991. Los asesinos son conocidos, pero nunca recibieron castigo por aquello.
La película, que tiene unas evidentes referencias visuales al trabajo documental de Kieslowski (desde la mirada fija en los detalles hasta el uso del compositor Zbigniew Preisner, incluida la banda sonora de Decálogo), nos dirige hasta llevarlos a la protagonista, a la que hace referencia el título, que es una deformación de la palabra "serbia". La niña, que participa en la obra teatral, tiene los mismos años que la niña asesinada y un día descubrió que por el hecho de ser de origen serbio su vida está rodeada de prejuicios e incluso de un duro bullying en el colegio. De ese modo, el filme reflexiona sobre el estancamiento de un racismo totalmente irracional en lugares aparentemente civilizados de Europa.
El jueves 16 de mayo se proyectó uno de los tres documentales que rodó John Huston para el Departamento de Defensa de Estados Unidos. En Let there be light, de 1946, se habla de los efectos perniciosos y psicológicos que tiene la guerra sobre los soldados. Eso sí, como toda película de corte patriótico, al final todos los soldados que vuelven con secuelas se recuperan y pueden volver a hacer una vida normal. Una fantasía que venía muy bien para la moral de un país, pero que no es en absoluto creíble, y que quizás Huston tampoco se creía, porque en el plano final, cuando los soldados vuelven a la sociedad, vemos a un nutrido grupo de jóvenes que les despiden desde el hospital, es decir, que de un modo u otro ellos se quedan allí, para continuar su terapia o para no salir de ella jamás. Un filme muy en la línea de la serie Why we fight, que rodó Frank Capra.
En la clausura del ciclo se pudo ver el documental Pirotecnia, de Federico Atehortúa Arteaga, que trata cómo la mentira ha estado presente en la cinematografía y la realidad cotidiana de Colombia desde que surgieron las primeras películas. El director estructura un diálogo, confuso en muchas ocasiones, que entremezcla los orígenes del cine en su país, con los terribles casos de los falsos positivos (de los que se habló en la presentación del ciclo en la Facultad), y con una enfermedad de su propia madre, de la cual nunca llegamos a saber si es real o ficticia.
El profesor Ricardo Jimeno aseguró que hay una tendencia de determinadas obras audiovisuales de los últimos años de la posmodernidad, que es la relación entre la ficción y la no ficción y sus zonas de sombra. También Jiménez de las Heras reflexionó sobre el hecho de que "cada vez confiamos menos en los medios y en mirar de forma honesta a la realidad, y de ahí la proliferación de los falsos documentales". Y frente a su crítica de ese tipo de documentales, la profesora María Antonia Paz reconoció que a ella sí le gustan porque "apelan y provocan a la sociedad".
Sea como sea, el debate queda abierto y ya estamos esperando la participación de la Facultad en el Documenta Madrid del año 2020.