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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Miércoles, 27 de noviembre de 2024

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Un profesor de Antropología de América desarrolla un proyecto para revalorizar las culturas indígenas de Chiapas

Pedro Pitarch es el principal responsable del proyecto financiado en la VI convocatoria de cooperación al desarrollo de la ucm. El objetivo principal es fomentar la lectura en las lenguas mayas tzotzil y tzeltal entre niños y niñas indígenas de 5º y 6º de primaria. Para lograrlo cuenta con el respaldo del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas.

Pedro Pitarch, profesor del Departamento de Historia Americana II (Antropología de América), recuerda cuando comenzó a trabajar en Chiapas, hace ya 23 años. Por aquel entonces escribió su tesis doctoral  y los indígenas de la zona ya le preguntaban si todos los relatos y cantos chamánicos que le habían contado iban a aparecer en un libro. Pitarch comenzó a familiarizarse con las dos lenguas mayas de la zona, el tzotzil y el tzeltal, de las que hoy es un experto. Descubrió entonces que aunque sean lenguas muy extendidas (cerca de 800.000 personas las usan) prácticamente se limitan a su uso oral, dejando de lado su lectura y escritura.

Motivado por el deseo de que la población le dé un mayor uso a sus lenguas, y con ello se revaloricen las culturas indígenas, pensó Pitarch que sería bueno promover algún proyecto de cooperación para fomentar la lectoescritura. De ese modo, el terreno ya estaba abonado para cuando se creó la convocatoria de proyectos de cooperación de la UCM. Pitarch decidió presentarse y su proyecto fue uno de los seleccionados.

María Moliner

Pitarch ya contaba con una parte importante para que su idea saliera adelante, y era un buen contacto con la contraparte, el Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas. El profesor complutense reconoce que sin ellos no habría sido posible llevar a cabo el proyecto. Sin ellos y sin otra ayuda un poco más lejana, pero que ha resultado fundamental, la de María Moliner.

La lexicógraga e historiadora española, célebre por su Diccionario de uso del español, escribió en 1937 un manual para montar bibliotecas en zonas rurales, al estilo de los proyectos de las Misiones Pedagógicas. El hecho de que Pitarch sea uno de los afortunados en tener uno de esos libritos de María Moliner se debe a que es su nieto. Reconoce que el texto, escrito para las zonas más deprimidas de la España de la guerra civil, es de aplicación casi directa, con algunas pequeñas modificaciones, a Chiapas en el año 2011.

La creación de bibliotecas es completa, es decir, va desde la fabricación de los armarios con sus baldas hasta llenarlos con unos cincuenta volúmenes y luego enseñar a utilizar los servicios de préstamos.

El proyecto se ha desarrollado en dos zonas muy concretas, la región de los Altos de Chiapas y las tierras bajas de la Selva Lacandona. Allí se ha colaborado con seis escuelas y se han creado otras tantas bibliotecas. La idea de Pitarch es que el proyecto tenga continuidad y que no se quede en algo coyuntural. Ya que él vuelve todos los años a la zona se preocupará de que las bibliotecas sigan en pie y con sus ejemplares.

El contenido de los libros

Una parte importante del proyecto es la transcripción de historias de las dos lenguas mayas a un lenguaje escrito. A veces se recogen leyendas de la zona como la aparición del Sol, metáfora de la creación del universo, pero otras se incluyen historias más nuevas que surgen de la mente de los jóvenes estudiantes. De hecho, se ha llegado a organizar un concurso de escritura, en el que se premia a todos los participantes, en el que los niños tienen que escribir un cuento, y a veces también ilustrarlo.

Existen algunos textos bilingües anteriores, pero cuentan con grafías distintas y están dirigidos en su mayor parte a lectores de castellano. De ahí que el proyecto también busque la unificación de criterios ortográficos y su adecuación a niños deentre 11 y 14 años.

La edición de los libros, como reconoce Pitarch, es un tanto rústica, por motivos económicos, pero se intenta que sea en color y con contenidos idóneos para los niños de primaria.

La recepción de un proyecto de este tipo varía entre los diferentes grupos poblacionales. Mientras que los niños están totalmente encantados con la posibilidad de leer y escribir en su propia lengua, los adultos no siempre lo ven con buenos ojos. Piensan que el aprendizaje de esta lengua va a ir en perjuicio de que aprendan español, que es la lengua que se utiliza en los ámbitos públicos e institucionales de México. De todos modos, el profesor Pitarch asegura que cuando los padres ven que los avances en lectoescritura en sus propias lenguas no impiden que aprendan también español van entrando poco a poco, y aceptando la educación de sus hijos en tzotzil y tzeltal.

Talleres

Aparte del concurso de cuentos, el proyecto también incluye la elaboración y desarrollo de diferentes talleres. El principal es el que enseña a leer y escribir a los niños en las lenguas que utilizan de manera habitual, pero también los hay más lúdicos como talleres de teatro y juegos o esencialmente prácticos como el que les enseña todo lo que hace falta saber para usar una biblioteca. Los niños aprenden a hacer las fichas, rellenarlas e incluso a cómo llevarse el libro a casa, envuelto para que no se estropee y puedan devolverlo en buenas condiciones.

Pitarch reconoce que todas esas tareas han sido posibles gracias a los dos alumnos de doctorado que han ido con él a Chiapas para colaborar y, sobre todo, al ya mencionado apoyo del Instituto de Estudios Indígenas. Esta institución se ha hecho cargo de la edición de los libros y se han aprovechado tanto su infraestructura como sus técnicos bilingües.

La situación educativa en Chiapas 

En las fotografías de este reportaje se ven dos zonas diferenciadas de México. Las imágenes superiores se corresponden con una parte algo más rica, como se puede ver por las ropas y la fabricación de las escuelas. La que acompaña este recuadro se corresponde con otra algo más pobre. En el texto del proyecto se informa de que "el índice de marginación de la región de los Altos de chiapas supera el 88,95 por ciento". En términos de educación, en esta región "el 72 por ciento de la población es analfabeta en español y casi un 95 por ciento en lenguas indígenas". Según el censo de 2000, el 57 por ciento de los indígenas de 15 años o más, no tenían instrucción primaria; 42,7 por ciento tenía la primaria incompleta y solo un 11,6 por ciento había aprobado el sexto grado.

Otros datos preocupantes son que el bilingüismo no se traduce efectivamente en la práctica educativa y de los 54.000 niños en edad escolar que hablan una lengua indígena, 48.000 son monolingües en lengua indígena. Eso les suele cerrar las puertas tanto a la vida laboral (donde se usa el castellano) como a la cultura, porque apenas existen textos escritos en su propia lengua. 

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