Francisco José Sánchez Muniz, catedrático del Departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia, ha sido galardonado con el World Championship 2019 en el área de Alzheimer's Disease (Nutrition and Food Science). De acuerdo con los organizadores, este campeonato es la "mayor competición a nivel internacional" en diferentes áreas del saber y en este caso concreto ha decido conceder el premio por un artículo publicado en Journal of Alzheimer's Disease en el que se presentan los resultados de un estudio sobre la relevancia del silicio, que se ingiere en cualquier cerveza, como neuroprotector. El comité de la Agencia Internacional de Normas y Calificaciones ha sometido a revisión publicaciones de todo el mundo y de entre 5.656 papers de 94 países ha seleccionado el trabajo de Sánchez Muniz y su equipo como uno de los trabajos más influyentes "que están cambiando el mundo para que tengamos un futuro mejor".
Explica Francisco Sánchez Muniz que esta investigación concreta se ha hecho en el campo de Alzheimer, "o más bien en demencias" y que surgió en la Universidad de Alcalá. Informa de que desde hace tiempo los investigadores venían trabajando sobre el silicio, "un elemento muy abundante en la Tierra, pero que se conoce muy poco y del que se ha comprobado que tiene un papel potencial protector muy importante a nivel cerebral".
Aclara el catedrático que en nuestra nutrición habitual cada vez tomamos menos cereales, que son una fuente fundamental de silicio, pero sí que hemos incluido en nuestra dieta la cerveza "uno de los alimentos que más silicio aporta". Se ha comprobado que la cerveza, como fuente de silicio, juega ese papel neuroprotector, aunque "toda moneda siempre tiene dos caras, y el de la cerveza es que tiene alcohol, lo que hace que sea una bebida que no es adecuada para grupos de población como son niños, ancianos que toman medicinas, gestantes... De hecho, el trabajo premiado se ha centrado en una cerveza que se conoce como regular, que lleva alcohol, en torno a un 5%, que son las cervezas que se toman normalmente en España".
Aluminio y silicio
El estudio premiado parte de una intoxicación con aluminio, "un elemento también muy abundante, sea biodisponible o no, y cuyos efectos se ven a muy largo plazo". Explica el catedrático que la razón de enfocar de esta manera la investigación es porque hay algunas zonas del mundo donde las aguas son bastante ricas en aluminio y allí se vio, por casualidad, que la población tiene un mayor porcentaje de incidencia en demencias.
Añade Sánchez Muniz que hoy en día hay pocos alimentos o medicamentos que no estén en contacto con plásticos o con aluminios. "Los blísteres de los fármacos tienen aluminio, los tetra briks los llevan aunque estén protegidos con silicona, las cápsulas del café... Es decir, que estamos siempre expuestos al aluminio, aunque afortunadamente es poco biodisponible y sus efectos son menores", aclara.
Y esos efectos son todavía más reducidos, si hay silicio, ya que este actúa como un quelante, es decir, como una molécula que captura el aluminio y forma unos silicatos de aluminio que son muy poco absorbibles. Por lo tanto, "el hecho de contar con una alimentación rica en silicio formaría una barrera protectora incluso a nivel digestivo, haciendo que la absorción de aluminio se reduzca".
La intoxicación de agua con nitrato de aluminio se suministró a animales, con los que se siguió un tratamiento crónico durante meses y se vio que los que toman aluminio elevan claramente el contenido de aluminio en el cerebro, y si hay silicio en la dieta, con cerveza diluida en agua, aumentan el contenido de silicio en el cerebro. Lo curioso, lo novedoso del trabajo, según Sánchez Muniz, es que "cuando no hay silicio pero sí hay aluminio se produce un desequilibrio de minerales en el cerebro, haciendo que predominen algunos y desaparezcan o se reduzcan de manera significativa otros". Ese desequilibrio desaparece o se palia de manera marcada cuando los animales toman silicio, sea en forma de ácido ortosilícico o en cerveza.
Añade el catedrático que "muchos de esos minerales están implicados en la expresión y formación de enzimas antioxidantes, de manera que cuando están intoxicados con nitrato de aluminio caen las defensas antioxidantes del cerebro". Además en los estudios se ha visto expresión génica, de tal manera que "el cerebro intoxicado produce menos cantidad de esas enzimas concretas y se eleva la peroxidación a nivel cerebral, con lo que aumentan los marcadores de inflamación, que juegan un papel fundamental en el desarrollo del Alzheimer. Con el silicio se recuperan las sustancias antioxidantes, en un porcentaje bastante elevado, aunque, por supuesto, no llega a ser el de del grupo control sin intoxicación".
El estudio llega a la conclusión de que el aluminio puede tener una relación con el daño cerebral, de hecho "ya existían hipótesis sobre el efecto de los metales, y sobre que la intoxicación con aluminio produce un desequilibrio de minerales que están muy relacionados con la expresión de enzimas antioxidantes".
La extrapolación a humanos
Reconoce el catedrático que este estudio está en una fase muy inicial, porque hay que dar pasos muy importantes, pero "abre puertas de enorme e indiscutible importancia". Hay que tener en cuenta siempre que el estudio se ha realizado con animales "con unas características cerebrales bastante diferentes de las nuestras", aunque según Sánchez Muniz, "básicamente los comportamientos, los mecanismos neuronales son similares". Explica que este experimento sería inviable hacerlo en humanos, porque está prohibido intoxicar, aunque sí se podría tener acceso a necrosis de cerebros de personas intoxicadas y ver si han tenido contacto o no con silicio.
Mientras tanto, se han hecho otros estudios con animales, incluyendo también el comportamiento y "se ha visto que los intoxicados con nitrato de aluminio se convierten en muy pasivos, sin curiosidad, con reacciones lentas, tal y como puede ser un paciente humano con demencias".
Diabetes tipo 3
Informa el catedrático de que se quiere ampliar los estudios a humanos, en concreto a una población de enfermos de diabetes melitus tipo 3, "que tiene una gran relación entre la microbiota, el hígado, el cerebro... En esos casos se está viendo cómo el silicio puede modificar la microbiota intestinal y si incrementar el contenido de silicio de alguna forma, quizás con cervezas con doble malta, sería una de las opciones terapéuticas".
Informa Sánchez Muniz de que ya tienen contacto con alguna empresa para poder llevar a cabo este estudio, que "permita ver si desde un punto de vista postprandial (es decir, a las dos horas del consumo) hay algún efecto sobre algún marcador de diabetes, que se sabe que es una enfermedad muy relacionada con alteraciones mentales a largo plazo".
La clave, de acuerdo con el complutense, está en buscar marcadores precoces. Para ello ahora mismo hay varios grupos de investigación, incluso dentro de nuestra Universidad, trabajando con "priones, con moléculas que estabilizan y que hacen que se hagan más permanentes los beta amiloides, que son péptidos muy relacionados también con el Alzheimer... Lo fundamental es dar el paso a humanos y en el caso concreto de este estudio sería ideal que se pudiera hacer con cerveza sin alcohol o con un aumento de la ingesta de cereales".
De todos modos, el catedrático explica que la cerveza sin alcohol lleva menos silicio, por lo que habría que incrementarlo, "lo que implica un reto tecnológico", y en cuanto a cereales, hay que tener en cuenta que "si algo va a desaparecer de nuestra dieta es el pan clásico, porque cada día se consume menos, y, por ejemplo, las dietas de moda, adelgazantes, que son muy criticables, prohíben el pan, de hecho es lo primero que quitan".
Reconoce el profesor que gran parte del pan que se compra en supermercados tiene un contenido nutricional inadecuado, pero "debería volverse de alguna manera a la alimentación que teníamos en España con un contenido en hidratos de carbono más elevado, porque ahora es muy pobre, con las connotaciones que eso tiene para la microbiota, que se hace incluso disbiótica, es decir, provoca un desequilibrio por un exceso de flora intestinal patógena con efectos nocivos, que también puede estar relacionado con efectos neuronales...". La dieta, de acuerdo con Sánchez Muniz, "se globaliza, se simplifica, se empobrece...", en aspectos como esa reducción del silicio de la que habla el estudio premiado.
Un breve perfil
Francisco José Sánchez Muniz lleva en la Facultad de Farmacia desde que entró en 1967, con la excepción de un año y medio en Holanda, en su estancia postdoctoral, en el que supuso su primer encuentro con la Nutrición, y otro año en Estados Unidos. El catedrático procedía de Fisiología y desde entonces ha vivido entre esa disciplina y la Nutrición, porque "para muchas cosas son inseparables". En Estados Unidos, en el año 2000, estuvo durante su año sabático, trabajando en la interacción de los nutrientes con los genes, lo que supuso un "antes y un después" en su vida profesional.
Reconoce Sánchez Muniz que tiene la suerte de que le gusta lo que hace, tanto la docencia como la investigación, y no duda en aconsejar a sus doctorandos que se vayan un tiempo fuera, que conozcan otros ambientes, otras formas de hacer y de controlar las cosas.
En la Complutense es responsable del grupo de investigación Afusan (Alimentación Funcional, Salud y Nutrición), "un grupo que ha ido creciendo, con conexiones con la Universidad de Alcalá, con el propio departamento de Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la UCM y fundamentalmente con Farmacología y con Fisiología". Asegura Sánchez Muniz que sin esas conexiones no sería posible su trabajo, así que el premio que le han dado a él, "se lo dan realmente a todo el equipo".