Los días 25 y 26 de septiembre la Facultad de Filología acogió, con el apoyo del Vicerrectorado de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, y dirigidas por César Gil, profesor complutense y director del grupo de teatro universitario El Barracón, las Jornadas "100 años de García Lorca en Madrid. Federico y el teatro universitario". Se celebraron cuatro actividades: una conferencia a cargo del profesor de la Facultad de Filología Emilio Peral sobre los años de estancia de Lorca en Madrid, una lectura de poemas del autor granadino, una mesa redonda sobre el teatro universitario moderada por la profesora de la RESAD Margarita Piñero Piñero, con la participación del dramaturgo José Luis Alonso de Santos y el productor José Manuel Garrido Guzmán; Alberto Rizzo Olías, presidente de la Federación Nacional de Teatro Universitario, y Mariano de Paco Serrano, gerente de la Academia de las Artes Escénicas de España, y la representación de "La piedra oscura", de Alberto Conejero , por el grupo El Barracón.
El profesor Emilio Peral Vega es uno de los más relevantes investigadores en la vida y obra de Federico García Lorca. Hace escasos meses, en febrero, dirigió el congreso organizado por la Comunidad de Madrid para conmemorar los cien años de la llegada de Lorca a la capital. Puede decirse sin miedo a exagerar demasiado que todo lo que hizo Lorca en sus años en Madrid, desde la primavera de 1919 hasta pocos días antes de su muerte en agosto de 1936, es conocido por el profesor Emilio Peral. Muchas de esas cosas las contó en la fabulosa conferencia que impartió en la sala de grados de la Facultad de Filología este 25 de septiembre y que sirvió para inaugurar las jornadas. Otras las calló. "porque un investigador serio no puede, como hacen otros, dar sus opiniones o especulaciones sin tenerlas contrastadas", explicó.
No llegó directamente a la Residencia
Lo primero que Peral quiso dejar claro es que pese a lo algunos aún hoy creen Lorca no llegó directamente a la Residencia de Estudiantes. Su llegada a Madrid se produjo en torno a finales de abril o primeros de mayo de 1919. En la Residencia no fue admitido hasta el mes de noviembre, "gracias a un gran enchufe, el de Fernando de los Ríos", pero en realidad hasta comienzos del año siguiente no se llegó a trasladar.
Primero, según contó el profesor Emilio Peral, vivió en la calle San Mateo, 36, en pleno Barrio de Chueca -"cosas del destino"- y después en la calle del Espejo, en el Barrio de las Letras ("de nuevo, cosas del destino"). En esta última vivía con su amigo el guitarrista granadino Ángel Barrios. Lorca entonces no era nadie. "Un jovenzuelo de 22 años. Un poeta provinciano, Con un libro iniciático, "Impresiones y paisajes", lleno de tópicos modernistas. Madrid en los años 20 es una ciudad que se abre a los brazos de la modernidad. Quería ser el París del Sur. No lo consiguió, pero lo pretendía. Y Lorca era feliz en Madrid", resumió Peral.
En sus cartas, Lorca, "aunque en ellas calla más que habla y en realidad crea un personaje para su padre no le corte el grifo", señalaba como su lugar predilecto el Ateneo y su "maravillosa" biblioteca, con fondos del XVIII y XIX. Allí encontraba "los libros más extraños que uno podía leer". Por supuesto, Lorca no mentía cuando señalaba su predilección por el Ateneo, pero en realidad había otros. Peral destacó su afición por las tertulias. En primer lugar por la del Café Gijón. La primera vez, según explicó el investigador complutense, fue con Bergamín. Allí conoció a los grandes escritores de la época, y años después frecuentó el café en compañía de Dalí. "Aunque este siempre se quedaba fuera y dibujaba a los escritores "putrefactos" que entraban y salían".
Las tertulias más salvajes y nocturnas
Pero había otras tertulias más "salvajes y nocturnas". Una era la del Café Lyon, en la calle Alcalá, 18, y otra la situada en el sótano del propio Café Lyon, conocida como la tertulia de la Ballena Alegre. Era una tertulia falangista frecuentada por el propio José Antonio. "Allí se conocieron, incluso años después llegaron a ser amigos. Ambos se admiraban". Más adelante de su conferencia Peral volvió a hablar de ello. Otra tertulia que frecuentaba era la del Café Social de Oriente, a la que iba con Dalí y Rafael Barradas, exponente de la pintura clownista de aquel momento. Hay un conocido retrato de Lorca hecho por Dalí que fue pintado allí.
La mitificada Residencia de Estudiantes
Por supuesto, entre los lugares que más influyeron a Lorca, y viceversa, en sus estancias en Madrid, se encuentra la Residencia de Estudiantes. De acuerdo con Peral, se trata de "un espacio mitificado. En realidad allí vivían jóvenes desconocidos, que en efecto soñaban con desarrollar una carrera literaria, artística o profesional, pero que ante todo lo que querían, como sucede en cualquier Colegio Mayor aún hoy, era divertirse". Ejemplos de este amor por la diversión son la famosa ceremonia del té, que organizaban obviamente para tomar té, que era los más "snob" en la España de la época, y jugar a los anagrifos. Y otro, la famosa parodia del Tenorio, que ideó Dalí, para reírse de los versos de Zorrilla.
Las personas que le influyeron
Sobre su círculo de amistades, de acuerdo con Peral, es mentira que Lorca solo se relacionara con poetas republicanos. "Él practicó un apoliticismo que le llevó a tener un amplio abanico de amistades que iban desde el PCE al ala radical de Falange. Para él existían las personas no las siglas". Por supuesto hubo personas que le influyeron especialmente como Eduardo Marquina, Tomás Borrás o Gregorio Martínez Sierra. Este último, se puede decir que es el artífice del desarrollo de la obra literaria del Lorca. Dirigía el Teatro del Arte, donde luego estuvo Joy Eslava. Allí estrenó El maleficio de la mariposa, con la que no triunfó e "incluso provocó uno de los grandes pateos de la época".
Una relación sobre la que se han escrito ríos de tinta es la que mantuvieron Lorca y Dalí. "Gibson, a quien gusta hacer el Hola literario -señaló Emilio Peral- denomina la relación entre ellos como una pasión "oculta". Pero como todo el mundo sabe, en realidad era de todo menos oculta".
La Barraca
La Barraca, la compañía teatral que fundó Lorca junto a Eduardo Ugarte a petición del primer gobierno republicano, es su gran lazo de conexión con la Universidad Complutense, la entonces Central. "La mejor universidad de España y, sin duda, la que tiene una mayor historia cultural", puntualizó el profesor Peral. La Barraca ensayaba en la Residencia, en el edificio auditorio, que el franquismo convirtió en una parroquia del Opus Dei. El estreno de su primera obra se produjo en el Paraninfo histórico de la Universidad Central. "No en el de Filosofía y Letras. que le horrorizaba. Decía que cómo podía tener un escenario redondo, que se iban a caer los actores", contó riendo Peral.
Cuando en octubre de 1932 La Barraca se presenta con el Auto sacramental de La vida es sueño, de Calderón, Lorca no era aún un autor de éxito. De hecho, en España no fue valorado hasta después de su triunfo en Argentina con Bodas de sangre. En 1930 había estrenado La zapatera prodigiosa, sin mucho éxito, interpretada por Margarita Xirgú. "Esta mujer me ha arruinado la pieza", decía a sus espaldas. Tras triunfar en Argentina, estrenó en el Teatro Español Yerma, obra muy discutida y, sin duda a juicio de Emilio Peral, la que más le perjudicó en vida. No obstante, con Yerma sí cosechó un importante éxito.
El difícil acceso documental a sus "amistades"
Durante sus más de tres lustros de estancias en Madrid, Federico tuvo muchas "amistades". Algunas, según denunció Peral, no se pueden documentar lo suficiente "porque familias de este país se niegan a abrir sus archivos a los investigadores". Por ejemplo, una de esas es que mantuvo con Eduardo Blancoamor, autor de La catedral y el niño. "Tuvieron -señaló Peral- desde el 33 una conexión intelectual y vital, pero su Fundación en Orense sigue impidiendo el acceso a sus cartas.
Y aquí llega la amistad, con o sin comillas -"no puedo decir lo que creo porque no lo tengo todo en mi mano", puntualizó Peral- más controvertida. José Antonio Primo de Rivera y Federico García Lorca se conocieron pronto, en las tertulias de la Ballena. Sin embargo, de aquel tiempo no hay prueba de que hablaran o se vieran en privado. Tiempo después, cuando Lorca ya es alguien, José Antonio quería conocerle más y, entonces sí se sabe que mantuvieron numerosos encuentros, en los que desarrollaron una gran admiración personal. De hecho, según afirmó Peral, tras la detención de José Antonio a comienzos del 36 Federico tuvo miedo de ser conectado con él y adquirió comportamientos sociales muy extraños.
Pero de lo que no hay duda es que los dos grandes amores de Lorca fueron Emilio Aladrén -"persona perversa y tóxica, por la que se fue a Nueva York a conocerse a sí mismo", le definió Peral-, y Rafael Rodríguez Rapún, secretario de La Barraca, "heterosexual con gran éxito entre las mujeres", pero que finalmente cayó a los encantos de Federico y con quien mantuvo una relación de dos años y medio. "Tampoco la familia permite acceder a sus archivos, pero se sabe porque Rapún lo confesó en la cárcel".
Precisamente Rodríguez Rapún fue una de las personas que cenaron con Lorca en su última noche en Madrid antes de partir hacia Granada y ser asesinado. "Yo no creo que fuera asesinado por su homosexualidad, sino más bien por rencillas familiares y por unos fanáticos que fueron a por él", señaló Emilio Peral sin querer ahondar más en el tema. Esa última cena, hacia la que Federico salió de su última casa en Madrid, situada en Alcalá, 96, que se había comprado para invertir lo ganado con sus éxitos, la compartió además de con Rodríguez Rapún con Rafael Rodríguez Nadal. A este le dejó una maleta, para que la abriera si le pasaba algo. Allí, entre otras cosas, "y algunas otras que desaparecieron", estaba su última obra, El público, que no fue estrenada hasta 50 años después, en 1986.