Desde el pasado mes de noviembre se imparte en el Colegio Mayor Antonio de Nebrija, organizado por el servicio de Acción Social de la UCM, el taller de ilustración "leer y dibujar"
Rodolfo, profesor de la Escuela de Empresariales, reconoce que lo suyo no es dibujar, pero le gusta hacerlo. Teresa, estudiante de Publicidad, es una buena dibujante pero quiere serlo aún mejor. Por eso está feliz de coincidir con estudiantes de Bellas Artes que le aportan ideas y técnicas para ella hasta ahora desconocidas. Esperanza ha dibujado mucho, pero siempre partiendo de una imagen concreta. Ahora quiere partir directamente de su mente, ser capaz de plasmar sus ideas en un papel. Ellos son tres de los alumnos del Taller de Ilustración "Leer y dibujar", que desde el pasado mes de noviembre se imparte en el Colegio Mayor Antonio de Nebrija, organizado por el servicio de Acción Social de la UCM. Al frente de ellos-o detrás en la mayoría de las ocasiones- está Justo Barboza, veterano ilustrador argentino, con amplia experiencia en el ámbito de la docencia y también profesional, no en vano durante veinticinco años ha trabajado en el diario El País, ilustrando sus páginas de opinión.
Los miércoles por la tarde se han convertido para estos diez alumnos, y también para su profesor, en un tiempo de experimentación, de descubrir qué resultados son capaces de producir cuando su mente y sus manos se ponen a trabajar juntas. Barboza les anima a ello. Dice que él siempre ha trabajado así. Pone como ejemplo sus primeros años en El País, donde llegó de la mano de Vicente Verdú, con la novedosa tarea de ilustrar las páginas de opinión del periódico. Las prisas, los cierres diarios, les invitaban a buscar ideas arriesgadas, a deformar objetos cotidianos en las mismas planchas de composición, a coger elementos de la naturaleza y llegar incluso a pasarlos por la máquina del fax para convertirlos en líneas sobre el papel.
A sus alumnos Justo no les pide tanto, pero les da total libertad. Les hace propuestas, les muestra ejercicios, les ofrece lecturas. Luego cada uno es libre de escoger lo que quiere hacer. Él pasea entre las mesas y critica lo que ve, aporta, como sus propios alumnos señalan, una óptica diferente, siempre con una gran virtud a su favor: es capaz de ver lo positivo entre un cúmulo de errores.
A Rodolfo, el profesor de Empresariales, se le ha ganado diciéndole que "saber o no saber dibujar es beneficioso, pero no está en el primer orden". Así ,Rodolfo ha perdido el miedo a no saber representar sus ideas en el papel y ha encontrado el trazo sencillo de la viñeta como forma de expresión. Esperanza, por su parte, acude cada miércoles a clase cargada de dibujos. Son los bocetos de las ideas que le van surgiendo para responder al encargo que le han hecho de ilustrar un libro sobre procesos cerebrales aplicados al marketing. Justo los mira y le propone algunos cambios, pero es la propia Esperanza quien decide. A Teresa se la ve ir más por libre. Le gusta el dibujo detallado, pero también está intentando ser más esquemática y que sean las ideas las que destaquen en sus trabajos. "Lo importante es que experimenten, que se desarrollen", concluye Justo.
Alberto Martín