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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 21 de noviembre de 2024

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La banda sonora del Siglo de Oro

El salón de actos de la Biblioteca Nacional de España ha acogido la presentación de El baile perdido, un disco que es el resultado de una larga investigación llevada a cabo por Álvaro Torrente, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales. Él mismo explica que todo surgió cuando le encargaron coordinar un libro sobre la música en España e Hispanoamérica en el siglo XVII y descubrió que "algunas de las aportaciones más importantes españolas a la música occidental no tenían clara sus raíces", fundamentalmente porque las partituras están perdidas o directamente no existen. Se trata de los bailes cantados, un género que tuvo su apogeo entre 1580 y 1620 y que eran "una combinación de poesía, música y movimientos". Con los primeros indicios que encontró, en 2013 Torrente, utilizando un texto de Quevedo, reconstruyó una jácara, uno de esos bailes cantados, y se lo mandó a Raquel Andueza, la voz de La Galania, un grupo español de música antigua. Andueza confiesa que en cuanto comenzó a canturrearla le pareció tan verosímil, tan del siglo XVII, que llamó inmediatamente a Torrente para que la terminara porque estaba deseando cantarla. El profesor complutense asegura que ese es el sueño de todo musicólogo "que el trabajo no se quede sólo en los papeles, sino que se le dé vida".

 

Álvaro Torrente explica que la Biblioteca Nacional tiene millones de documentos, incluidos textos de Lope de Vega, donde se construye la genealogía de la música del Siglo de Oro, pero de todos modos "hay un impreso, el más importante, que se conserva en París".

 

Se trata, en concreto, de "un manuscrito que tiene ocho paginitas que es como la piedra de Rosetta porque en él se conservan los acordes de media docena de bailes cantados. Es un documento único donde aparecen los acordes de guitarra, pero también de arpa y de otros instrumentos, de seguidillas, el Baile de Juan Redondo y el Baile del ay, ay, ay, y a partir de eso se ha podido reconstruir una melodía".

 

Torrente asegura que otra de las obras que aparecen mencionadas de manera más común en las fuentes es un baile llamado El polvillo, del que no se conocía la letra, hasta que se encontró otro manuscrito, que es una joya del que se sacaron los acordes para tres de las canciones del disco El baile perdido.

 

El Poema del polvillo es uno de los que bailaba Preciosa, la gitanilla de Cervantes, y "es un poema muy cortito" y como los bailes son narrativos Torrente decidió contactar con el filólogo Alberto Montaner para que añadiese unas estrofas. Montaner explica que "el reto es que la parte añadida no se distinga de la original, y si se trata de un texto lleno de dobles sentidos como estos resulta bastante complicado, porque además hay que saber que a veces se utilizaban en los entreactos de las comedias como piezas pequeñas de materiales cantados y bailados de este tipo, no siempre los más obscenos, pero sí los que son tipo jácara".

 

Montaner aclara que "no había una frontera especialmente rígida entre lo que se consideraban manifestaciones cultas o las populares, quitando en algunos como Góngora, pero el resto de autores, aunque sí tenían clara esa diferencia, no consideraban que hubiera un corte, sino una graduación en la que se pasa de lo culto a lo popular sin problema alguno, y se podían mover con total comodidad porque dominaban todos los registros".

 

Raquel Andueza, miembro del grupo La Galania, reconoce que este disco supone algo muy importante, que es "dar voz a unos bailes que no sabíamos cómo sonaban, así que esto es hacer historia de la música". Era además música que se cantaba en la calle, así que a veces "hay que darle un cariz más callejero, con el riesgo y la diversión que eso supone".

 

Coincide con Montaner en que, aunque parezca un proyecto muy desenfadado y el menos culto líricamente hablando de todos los que ha grabado La Galania, realmente es "todo un honor cantar letras de Cervantes, Quevedo o Lope de Vega", incluso aunque sean temas sexualmente explícitos. Por ejemplo, la Zarabanda es "una lucha entre dos enamorados, de un joven con un puñal sin punta y una chica con un broquel, así queda un poco de pudor cantarlo, pero al mismo tiempo da ternura; hay que adaptarse al repertorio y se hace o no, pero no valen las medias tintas".

 

De todo el repertorio, Montaner declara tener una especial querencia por el Baile del polvillo, que es "la arena que se levanta cuando se baila, pero también tiene otro sentido erótico muy marcado por primera vez en la historia de la literatura".

 

Torrente tiene un cariño especial por la Chacona, que es "un baile que en principio no tendría misterio, pero realmente hay un juego, una contradicción entre el ritmo musical del bajo y el ritmo del resto". Reconoce que no le convencía e incluso estuvieron a punto de no grabarla, aunque "al final el resultado ha sido maravilloso".

 

Andueza, por su parte, asegura que es muy difícil elegir, aunque le gustan mucho las Folias, que están en tono menor, ya que le gustan mucho "las canciones melancólicas y este es un tema muy dulce de chicos que se lanzan naranjas como una metáfora del cortejo amoroso".

 

Como punto final a la presentación, el grupo La Galiana interpretó el Baile del ay, ay, ay, el Baile del polvillo y Españoles bríos.

Alberto Montaner, Álvaro Torrente, Raquel Andueza y Juan Ángel Vela del Campo, en la presentación de El baile perdidoÁlvaro Torrente, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, y Raquel Andueza, voz de La Galania, un grupo español de música antigua
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