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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Miércoles, 27 de noviembre de 2024

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INBOTS, el proyecto que quiere facilitar la inminente transición hacia una sociedad robótica

El proyecto INBOTS (Inclusive Robotics for a Better Society), consorcio de 25 instituciones de 13 países europeos, ha superado ya la revisión intermedia. Coordinado por el Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), está dividido en una serie de paquetes de trabajo por áreas de conocimiento especializadas repartidos por distintas instituciones, entre los que la única universidad española que participa es la Universidad Complutense de Madrid. La profesora de la Facultad de Derecho, Amparo Grau es la coordinadora de un amplio grupo de investigadores europeos, cuyo cometido es analizar el impacto ético, socioeconómico y jurídico que va a tener la robótica, que se vislumbra ya como una realidad en el Horizonte 2030.

 

Amparo Grau informa de que tras la revisión intermedia del proyecto INBOTS, la Comisión Europea "está muy satisfecha con el trabajo realizado, y lo único que ha pedido en el paquete de trabajo en el que está implicada la Complutense es que se añada lo relativo al impacto medioambiental de la robótica y la inteligencia artificial, y que se desarrolle la parte relativa a la privacidad y al derecho a la intimidad". Así que esas serán las dos líneas que se van a potenciar más en este último año del proyecto europeo.

 

En lo referente al medioambiente, el grupo de investigación que lidera Grau en la UCM (Derecho para el desarrollo sostenible: medidas fiscales, laborales y administrativas socialmente responsables), ya fue invitado a organizar un evento en la COP25, celebrada en Madrid en diciembre de 2019. Allí se hizo llegar al público la perspectiva de la robotización desde dos vertientes. La primera de ellas es cómo utilizar los robots para captar datos que mejoren las políticas públicas de protección ambiental, y por otro lado cómo vamos hacia una economía circular, cómo se reciclan los residuos de los robots y cuánta energía se consume por el uso de los robots, el procesamiento de datos y la inteligencia artificial. Grau asegura que "hay que ver qué pros y qué contras traen consigo estas tecnologías de cara al medio ambiente para tratar de minimizar el impacto negativo y maximizar el positivo".

 

Recuerda la profesora que "ya hay partículas inteligentes, denominadas smarticles, que pueden ser muy útiles para realizar mediciones ambientales y con ello ajustar, por ejemplo, los incentivos fiscales, pero por otro lado, el consumo energético puede llegar a ser preocupante a la hora de mantener los sistemas actuando continuamente". Esas dos vertientes están bien trazadas en INBOTS, al igual que otra línea de trabajo que aparecerá reflejada en breve en Nature Machine Intelligence con una contribución sobre la brecha digital y qué posibles soluciones fiscales hay para afrontarla. "Al final el problema es cómo se reparte el dividendo tecnológico, teniendo en cuenta los costes y beneficios que reporta a la sociedad la inversión en nuevas tecnologías. Entendiendo beneficio no sólo en sentido meramente económico, sino de medio ambiente, social y de gobernanza".

 

Economía

La parte de Economía de INBOTS se está trabajando desde la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UCM, junto a la Universidad de Utrecht, por el presidente del grupo de expertos de alto nivel para el Futuro del Trabajo en la Unión Europea, el profesor Goos. En este campo, según Grau, las conclusiones que se han ido obteniendo están en línea con la OIT (Organización Internacional del Trabajo), con la que se ha colaborado en varios seminarios. "Se están pensando soluciones centradas en la persona, poor ejemplo, se busca que los trabajadores tengan competencias digitales para poder seguir el ritmo de los avances tecnológicos y que no se vean desplazados. Se habla hasta de un pasaporte de competencias".

 

Los estudios económicos que se han hecho en la UCM demuestran que "no hay que ser ni tecno-optimistas ni tecno-pesimistas, hay que buscar un término medio, y para afrontar los retos lo que hay que hacer es mejorar la capacitación tecnológica funcional de los trabajadores, y para eso entra en juego el sistema fiscal, las contribuciones a la seguridad social, el flexibilizar los sistemas para afrontar este reto de transición inmediata, buscar fórmulas innovadoras en que las empresas puedan ajustar la financiación de la formación de los trabajadores, contando con cofinanciación europea...". Al fin y al cabo "no se van a sustituir todos los empleos tal cual, sino solo algunas tareas, ya que las máquinas siguen teniendo una visión muy parcial y muy limitada de la realidad, carecen del necesario conocimiento del contexto y sólo funcionan si les proporcionamos suficientes datos para que su inteligencia artificial dé resultados". De acuerdo con Grau, los robots trabajan a partir de diferentes técnicas, como correlaciones, clústeres y proyecciones, pero sólo con la información de la que disponen, mientras que los humanos, con una información mínima, como conocemos el contexto, somos capaces de tomar decisiones más ajustadas a las necesidades reales de las personas.

 

La catedrática de Derecho Financiero y Tributario , cree que es fundamental que se tenga en cuenta la inclusividad a través de la participación de los distintos grupos de interés a la hora de tomar decisiones en la empresa, o fijar las normas. Por ejemplo, conviene hacer que la I+D+i ya no se estimule mediante incentivos al input o al output, sino al proceso..., aunque hoy en día no ocurre en la mayoría de Estados de la Unión. "Hay un beneficio social evidente en investigar por investigar, pero ese beneficio estará mejor dirigido a satisfacer las necesidades de la sociedad si los representantes de los trabajadores, los clientes, los proveedores, los consumidores o usuarios son incluidos en las distintas etapas del proceso de innovación", asegura Grau. La UE defidende esa necesidad de participación de todos los grupos de interés y por ello "apuesta por la innovación socialmente responsable".

 

¿Crear o destruir empleos?

José Ignacio López Sánchez, vicerrector de Política Económica, catedrático de Organización de Empresas y director del grupo de investigación UCM de Producción y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, responde a la pregunta de si la robótica y la inteligencia artificial van a destruir o crear empleos. La respuesta, de acuerdo con él, "está en la capacitación, en las habilidades, lo que está muy relacionado con el conocimiento y la formación, no tanto si afecta a un empleo como tal, sino a qué porcentaje de las actividades que cada uno desarrolla son objeto de automatización, ya sean ordenadores o robots que puedan hacer el trabajo mecánico". Por otro lado, de acuerdo con López Sánchez, está "la capacidad que tiene la propia empresa de poder adaptar esas necesidades tecnológicas a sus trabajadores para poder ser competitiva, ya que si no lo es, lo serán las empresas de otros países".

 

Sin tener todavía unas conclusiones significativamente estadísticas que muestren una relación causal, ya "se puede avanzar que la actual revolución tecnológica no va a destruir empleo, sino que va a crear empleo neto, como cualquier otra revolución anterior". La cuestión, según el vicerrector, va a ser "si en países como España vamos a ser capaces, en este periodo de tiempo que es relativamente corto, ya que hablamos de 2030, de poder formar y retener ese talento, ya que al igual que España va a necesitar empleo neto, también lo van a necesitar Alemania, Reino Unido, Estados Unidos... y ahí se va a librar una batalla muy importante entre Europa, Estados Unidos y los países asiáticos para ver quién puede captar rápidamente ese talento, haciendo que sus empresas sean más competitivas".

 

Lo que sí desaparecerán serán las tareas más manuales, desde los conductores de vehículos hasta los albañiles, y también los empleos que tengan que ver con determinadas capacidades en función de cuál sea el porcentaje global de esas actividades dentro del empleo de cada uno.

 

Según el vicerrector, "España tiene una ventaja con respecto a otros países, ya que es uno de los países con mayor densidad de robots del mundo, incomparable, por supuesto con Corea del Sur, Japón o Singapur, aunque sí hay mayor densidad, por ejemplo, que en Estados Unidos". Un ejemplo muy importante es la industria de la automoción, que jamás ha estado tan automatizada y al mismo tiempo ha sido tan competitiva. Informa López Sánchez, que "las correlaciones ya realizadas, aunque no son del todo significativas, pero sí con datos suficientes, establecen que aquellos países que tienen mayor densidad de robots normalmente tienen menos tasa de desempleo y además generan mayor valor añadido por empleado, con lo cual eso rompe un mito. Se aprecia ya claramente en los países asiáticos más robotizados, con capacidad de asumir toda esa tecnología y de responder rápidamente a los cambios".

 

En términos netos, por ejemplo en Estados Unidos hasta 2030 se van a destruir unos 9,7 millones de empleos, pero se van a crear 21 millones de puestos de trabajo. En Europa, entendida como tal los principales países más el Reino Unido, se destruirán unos 18 millones de empleos, y se crearán 27 millones. "Así que si Estados Unidos es capaz de atraer el talento europeo, aquí nos quedaremos en el limbo y empezaremos a perder competitividad", incide el vicerrector.

 

Sistema tributario

Álvaro Falcón, investigador del proyecto INBOTS y doctorando del Departamento de Derecho Mercantil, Financiero y Tributario, considera que es cierto que se van a crear empleos, aunque todavía no se sabe cuáles van a ser. Pone como ejemplo el hecho de que hace treinta años nadie sabía que iba a haber social managers, y ahora en una empresa esta es una figura fundamental.

 

Por tanto, "aunque se destruirán algunos empleos, se crearán otros, y el problema es que todavía no sabemos cómo serán muchos de esos empleos nuevos. Lo que diferencia este momento de cambio con respecto a otros, como la revolución industrial o la aparición de Internet, es la velocidad de este cambio actual. Hace falta estar más preparados para mantener el ritmo y no vale sólo con esperar a que los jóvenes sean mayores, sino que tambien los trabajadores actuales en activo se adapten a la realidad de la robótica".

 

El sistema tributario tendrá que adaptarse también a esa nueva realidad. "Si ahora se percibe una gran preocupación porque hay falta de recursos, porque no se recauda lo suficiente y cada vez aumenta más el gasto social, no se trata de crear un nuevo impuesto a los robots o a las máquinas, sino adaptar lo que ya existe a lo que se está transformando". Falcón pone como ejemplo las nuevas aplicaciones y las plataformas de comprar y vender, o de transporte, donde "el sistema fiscal debe adaptarse a la forma de actuar, para que se pague lo justo".

 

Sin diferencias de género

José Ignacio López Sánchez informa de que "los datos sobre la pérdida o no de empleo por la robotización no se relacionan con el género, sino con la actividad que cada uno desarrolla". De ese modo, "los trabajadores que menor cualificación tienen, en términos porcentuales, son hombres, así que a ellos les va a afectar más. A un nivel medio o alto de cualificación, pero con el mismo nivel de educación y de salario, no se ven discriminaciones de género".

 

Por lo tanto, "para mejorar la competencia de las empresas, lo fundamental es la formación, porque si los empresarios no encuentran trabajadores cualificados, por mucha voluntad o ayudas que tengan, sus productos no saldrán adelante". Amparo Grau añade a esta idea que "ya se observa una tendencia en las empresas a utilizar la inteligencia artificial y la robótica para afrontar los retos de la economía digital, aunque a veces se da la circunstancia de que se sobredimensiona y realmente cuando se habla con expertos en tecnología ratifican que no se trata de comprar la tecnología más cara y avanzada del mercado, y crear un puesto de mando específico para estos temas, sino que lo que hace falta es saber cuál es el objetivo del negocio y consultar las medidas que verdaderamente se necesitan según las distintas funcionalidades de la inteligencia artificial y la robótica".

 

Relaciones laborales

Yolanda Sánchez-Urán, catedrática de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, añade que "durante estos últimos años nos están inundando  informes y estudios sobre el futuro del trabajo, cuando realmente el término que se debería utilizar es el trabajo del futuro". Es así, porque "cuando se habla del futuro del trabajo se introduce un elemento negativo de tecno-pesimismo que va inmediatamente dirigido a la conclusión final, errónea, de que el efecto de la robótica con inteligencia artificial será la destrucción de puestos de trabajo". INBOTS deja claro que "seguirá habiendo trabajo humano, aunque tendrá unos parámetros diferentes, ya que la revolución tecnológica actual es mucho más disruptiva que las anteriores revoluciones industriales".

 

Eso se ve ya, aunque no tenga que ver con la robótica como tal, con" las plataformas digitales, donde es evidente que la tecnología es absolutamente disruptiva en contextos tradicionales del ámbito del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Trabajar en un empleo estándar ya ha cambiado, porque los parámetros de espacio, tiempo y lugar de trabajo se han modificado radicalmente".

 

Sánchez-Urán considera que "hay que estar preparados para la transición del viejo al nuevo trabajo, y en ese ámbito es cierto que a los laboralistas les preocupa el elemento fundamental de que una persona esté integrada en la sociedad, que es el trabajo. Y al mismo tiempo les preocupa cómo va a influir esa robotización en las condiciones de trabajo y ahí hay un elemento fundamental que es la formación de los trabajadores para que se pueda afrontar el cambio de manera justa y equitativa, por ejemplo con un sistema de gestión de recursos humanos basado en el relevo intergeneracional".

 

La catedrática reconoce, de todos modos, que en cuanto a política nacional en estos momentos no se está haciendo nada para esa transición, quizás "porque en España estamos todavía en la fase de estudio, en lugar de adoptar las medidas que pueden resultar beneficiosas, estamos en la parte de análisis de lo que va a venir".

 

López Sánchez añade que según el nivel de competitividad del país, hay avances mayores. Los estudios realizados en la UCM, han dividido los países en una serie de grupos, atendiendo a cuál es su densidad de robots, considerando 1 robot por cada 10.000 trabajadores en activo, y a cuál ha sido la evolución de su inversión de un año a otro. El primer grupo lo forma un único país, que es Japón, que "ya está preparado para todo". En un segundo clúster estarían Singapur, Corea del Sur y Alemania, con "una alta densidad en robots, manteniendo la inversión". En un tercer grupo estaría España, junto a Italia, Dinamarca y otros países donde "hay una alta densidad de robots, pero con una cierta ralentización en cuanto a la inversión en automatización, lo que si no se corrige puede ser preocupante". Ahí "España y Europa, deberían hacer un esfuerzo adicional, porque salimos perdiendo con respecto a Estados Unidos y los países asiáticos". Explica el vicerrector que "China queda al margen, porque al tener una gran población, la densidad de robots se diluye, pero es el país que más inversión ha realizado en robótica en los últimos años, con industrias muy competitivas, así que si en Europa no somos capaces de responder, aunando esfuerzos en una misma dirección, lo harán otros".

 

La ética

En el ámbito europeo se está debatiendo si hay que estandarizar los criterios éticos, por ejemplo, buscar una inteligencia artificial confiable, en consonancia con las propuestas del Grupo de Expertos de alto nivel de la Comisión Europea (del que formó parte el miembro de INBOTS, el profesor Coeckelbergh). En breve también se publicarán parte de sus aportaciones en la Stanford Encyclopedia of Philosophy. De estos temas se ocupan principalmente la Universidad de Leeds, el Instituto de Filosofía del CSIC, la Universidad de Viena y la Dublin City University.

 

Amparo Grau señala que "la cuestión fundamental es que se quieren promover estándares éticos a los que puedan referirse las empresas robóticas en su funcionamiento, pero la ética es difícil de estandarizar". La coordinadora de este equipo explica que "muchos de estos estándares éticos acaban refiriéndose a normas mínimas que se han acordado en el plano internacional, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, la Convención de los Derechos del Niño, o de las Personas con Discapacidad, pero estas son normas obligatorias que ya existen en Derecho".

 

Los investigadores a menudo se topan con el dilema de hasta dónde llega el Derecho "duro", que es el tradicional, y hasta dónde llega el "blando" o "soft law", es decir, la autorregulación por parte de las empresas y los estándares. Grau asegura que "hay que tener muy claro que es distinta una norma ética que obliga en el fuero interno, cuyo incumplimiento no tiene consecuencias, porque no se puede imponer, de una norma jurídica que produce efectos hacia el exterior, y además cuyo cumplimiento se puede imponer coactivamente". El sector empresarial suele ser buscar soluciones de Derecho blando, pero también necesita la seguridad jurídica que proporciona la regulación dura. "Cuando se buscan soluciones desde las distintas ramas del Derecho hay que intentar no frenar la innovación, y a la vez garantizar los derechos de las personas".

 

En la parte de responsabilidad, investigadores de la Scuola Superiore Sant'Anna de Pisa, están analizadon el campo de los seguros por los riesgos que puede entrañar la robótica, y en todo lo relacionado con la propiedad industrial e intelectual "los investigadores de la City University de Londres han concluido que el modelo europeo necesita ser actualizado, así que se van a proponer reformas de algunas directivas".

 

Todo lo derivado de los estudios y las actividades del proyecto INBOTS, tanto aspectos legales como éticos, económicos, tributarios, laborales, de género... se verá reflejado en el Libro Blanco para la Regulación de la Robótica Interactiva, que se publicará el 31 de diciembre de este mismo año.

Yolanda Sánchez-Urán, José Ignacio López Sánchez, Amparo Grau y Álvaro Falcón, miembros del proyecto INBOTSLa profesora de Derecho, Amparo Grau, es la coordinadora del proyecto INBOTS en la UCMJosé Ignacio López Sánchez, vicerrector de Política Económica, catedrático de Organización de Empresas y director de un grupo de investigación de Producción y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, participa en la parte económica del proyecto INBOTS Yolanda Sánchez-Urán, catedrática de Derecho del Trabajo y Seguridad SocialJosé Ignacio López Sánchez charla con Yolanda Sánchez-UránÁlvaro Falcón, investigador del Departamento de Derecho Mercantil, Financiero y Tributario, del que forma parte Amparo Grau
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