Tercer encuentro de "Diálogos transatlánticos", la novedosa propuesta con la que el Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía está, a lo largo de este curso, emparejando autores de uno y otro lado del "charco" para gozo de estudiantes, profesores y lectores. Se trata, como explicó la directora del Departamento organizador, Esther Borrego, de escuchar de las voces de los propios autores cómo han recorrido "la historia del corazón humano" que es la literatura. Este 19 de febrero han sido el cubano Antonio José Ponte y el español José María Merino quienes, moderados por el profesor Álvaro Bustos, han accedido a compartir, desde el escenario del Paraninfo de las Facultades de Filología y Filosofía, reflexiones, experiencias y sentimientos. "Todas las experiencias humanas están en la literatura, hasta la mística", concluyó su presentación la profesora Borrego.
La charla comenzó por lo más reciente. Merino y su "A través del Quijote" y Ponte y su "La lengua suelta", últimas obras publicadas hace escasos meses. Para el autor español, el hecho de haberse animado a escribir una obra relacionado con El Quijote no es nada excepcional. De hecho, "todos los escritores queremos escribir El Quijote". Confesó que cuando era niño no entendía como sus padres podían estar tan interesados por "un héroe que perdía siempre", pero que ya de adolescente entendió que el mensaje que nos lanzaba Cervantes no era sino "creer en tus sueños y luchar por ellos". De adulto, dice Merino, que ha leído El Quijote en profundidad hasta en ocho ocasiones, y que tras la última se animó a escribir lo que le sugería la lectura de cada capítulo. Lo curioso, confeso, es que al final han sido los dos personajes que más se han repetido en sus obras, el profesor Fernando Souto y la catedrática Celina Vallejo, los que se apropiaron de la experiencia y decidieron protagonizar su "A través del Quijote".
La última obra de Ponte editada en España, "La lengua suelta" también la protagoniza su alter ego, Fermín Gabor, nombre con el que firma los artículos con los que durante las últimas décadas se ha atrevido a analizar, con grandes dosis de humor, la realidad cubana. Ponte confiesa que este es "un libro raro, porque cada vez mis libros son más raros" y que lo cierto es que aún está esperando a que sean los críticos quienes lo definan, "porque en muchas ocasiones son los críticos los que nos ayudan a entendernos a nosotros mismos". Sobre el hecho de que sea Fermín Gabor quien se haya apropiado de su literatura, Ponte confiesa que lo hace para hacer un "uso de la lengua que con mi nombre yo no usaría". Podría decirse, señaló el mismo, que la "cabrerainfantiza". Gabor, según confiesa el autor, le permite conjugar "libertad y cobardía, respeto y trasgresión... Ser Jekyll y Hyde".
Junto a la utilización del recurso del pseudónimo o de personajes como "dobles del autor", José María Merino y Antonio José Ponte también tienen en común el haber llegado a las letras desde otros campos o, mejor dicho, de haberse formado para otras profesiones sin escuchar sus verdaderas vocaciones. Y es que ambos coinciden en haber sido lectores "onnivoros" –el calificativo es de Ponte– y precoces escritores, pero que bien por tradición familiar –Merino, de padre abogado, estudió Derecho en la Complutense– o por pensar en una mejor forma de ganarse la vida, desoyeron esa atracción por las letras. Ponte estudió, ni más ni menos, que ingeniería hidráulica, pero como ahora recuerda, "pronto me jubilé y ahora trataría de hacer correr el agua en contra de la gravedad".
En otra cosa en la que también coinciden es en su gusto por el cuento. Confiesan que aunque pueda parecer un género sencillo probablemente es el más complicado. Merino lo compara con Sherezade, quien durante 1.001 noches supo captar la atención del sultán para evitar ser matada. En el cuento desde la primera línea hasta la última hay que captar la atención del lector. Ponte coincide y añade que la magia del cuento está en su concepción como "pieza cerrada y a la vez inentendible del todo ". Como un poema, concluye Ponte, en el cuento las mayores preocupaciones son los principios y los finales, que en la mayor parte de las ocasiones dan que pensar e interpretar. Ambos destacan la riqueza del cuento en español. Merino subraya el mérito de autores como Aldecoa, Carmen Martín Gaite o Medardo Fraile, capaces de escribir excelentes cuentos en una época en la que estaba prohibido escribir de cualquier cosa. Ponte, por su parte, lamenta que a diferencia de lo que ha ocurrido con los cuentos en otras lenguas, como el francés o el inglés, al cuento en español le falte aún un gran teórico que escriba sobre cómo hay que escribir un cuento.
También coinciden los dos autores, aunque sea en parte, en sus influencias literarias. Ambos sitúan su punto de partida en el Siglo de Oro español. Merino, por supuesto, lo ancla en Cervantes, mientras que Ponte opta por la poesía y el romancero, por Lope y por el Quevedo "más oscuro", para desde ahí saltar a Rubén Darío, "como si todos fueran contemporáneos". De la Generación del 27 solo "salva a Cernuda". Con Lorca no puede. "Como decía Borges hay autores que no me merezco". Por supuesto, hay muchas más lecturas que les marcaron. A Merino siempre le ha acompañado el texto árabe del Kalila, mientras que Ponte se ha apoyado en un triunvirato que si bien, "es muy posible que no sean los mejores escritores, sí son prójimos de uno, de algún modo". Son Montaigne, Cervantes y Chejov.
La charla termina hablando sobre el español, su riqueza y su variedad. Merino, académico de la Lengua, lo califica como una "lengua deliciosa llena de melodías", y ensalza la relación fraternal de las 23 academias que estudian el español. Defiende la labor de la Real Academia. "Somos el ICONA de las palabras". Y a quienes les tachan de anticuados les recuerda que solo el pasado año se incorporaron al DRAE 1.100 palabras nuevas, además de otras muchas que adaptaron sus acepciones y significados. "Yo estoy satisfechísimo y me lo paso muy bien".