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Lunes, 23 de diciembre de 2024

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La Complutense respalda la campaña #ArmasNuclearesNo

El paraninfo de la Facultad de Filología ha sido el lugar elegido para la presentación de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (#ArmasNuclearesNo), promovida por ICAN, la asociación que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2017. Para este acto se ha contado con la presencia de la superviviente de Hiroshima, Setsuko Thurlow, y Carlos Umaña, ambos representantes de ICAN; Milutin Petrovic, especialista en guerra nuclear, y Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco. José Manuel Lucía Megías, vicedecano de Biblioteca, Cultura y Relaciones Institucionales de la Facultad, recordó que "este paraninfo fue destruido con saña durante la guerra civil, porque las tropas franquistas se ensañaron con la cultura". Sobre las armas nucleares, el vicedecano aseguró que "la UCM es un aliado activo para luchar contra todas las atrocidades que son, muy improbables, pero posibles", y el rector Joaquín Goyache, a través de un texto, leído por el profesor Luis García Fernández, coincidió en que "la humanidad no puede estar a merced de un poder de destrucción que aniquile todas las posibilidades de la vida humana".

 

Antes de escuchar el testimonio en primera persona de Setsuko Thurlow sobre lo que supuso realmente el bombardeo de Hiroshima, Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz, apostó por reavivar la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, porque ya "no es un tema de un presidente concreto, es un tema de los pueblos, que no nos vamos a callar, vamos a movilizarnos y a secundar a referentes como Setsuko. No vamos a traicionar a las generaciones futuras, vamos a ser valientes, y gracias a la tecnología podemos difundir el mensaje y boicotear los productos de diferentes países para demostrar la fuerza que tiene el pueblo".

 

Asevera Mayor Zaragoza que la implicación es absolutamente necesaria contra las dos amenazas existentes, la nuclear y la climática, y confía en que esta reunión tendrá la capacidad de que elevemos la palabra, porque si no, algún día, nos mereceremos aquella frase de Albert Camus, que decía: "Les desprecio, porque pudiendo tanto se atrevieron a tan poco".

 

Milutin Petrovic repasó la situación actual del armamento nuclear, con cinco potencias declaradas (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido) y otras muchas que lo son o podrían serlo en breve como Israel, India, Pakistán, Corea del Norte, Libia e Irán, aparte de la amenaza de que grupos terroristas se hagan con armamento nuclear. Considera Petrovic que es difícil a día de hoy el desarme completo, ya que "todas las potencias nucleares están embarcadas en la mejora de sus sistemas de armas, lo que hace un flaco favor al tratado de no proliferación, y sobre todo porque los sistemas de alerta son los mismos que durante la Guerra Fría".

 

El miembro de ICAN, Carlos Umaña, recordó, en relación con esa alerta, que "el reloj del apocalipsis para 2020 está a 100 segundos para la medianoche, que indicaría la destrucción completa de la humanidad. En la crisis de los misiles estaba a 7 minutos y el riesgo ha aumentado por la retórica incendiaria de los líderes de los Estados nucleares, por los conflictos provocados por la crisis climática, y por el riesgo de una detonación accidental. En Estados Unidos ha habido 1.000 accidentes, y siete casi provocan una guerra nuclear, de hecho el Instituto Future of Life considera que la guerra nuclear más probable será una accidental.

 

A pesar de eso, hay algunos motivos para el optimismo, porque "en 2017, 122 países aprobaron el tratado de la prohibición de las armas nucleares, lo que ha sido, en otros casos, un primer paso para acabar con armas de destrucción masiva, y además porque cada vez más el prestigio los países lo da más la capacidad de diálogo, concertación y de generar puentes".

 

En primera persona

Setsutko Thurlow tenía trece años en 1945, cuando junto a otras doce compañeras de su colegio fue seleccionada para decodificar información secreta que ayudase a su país en la guerra. Gracias a eso, el 6 de agosto, se encontraba algo alejada de la zona cero de la caída de la bomba nuclear, porque en caso contrario habría seguido la mala suerte de unos 7.000 estudiantes que se encontraban justo en el centro de la ciudad y que debido al "calor de la explosión, ya que la bola de fuego ascendió a unos 4.000 grados en el suelo, habría acabado incinerada y vaporizada, sin dejar ningún rastro".

 

En el que iba a ser su primer día de trabajo, ayudando con la decodificación de mensajes, de repente vieron un flash a través de la ventana, se sintió volar no sabe cuántos segundos y perdió la conciencia. Al recuperarla se encontró a varios metros bajo tierra, bajo los escombros del edificio donde se encontraba.

 

Escuchó voces susurrantes: 'Ayúdame mamá', 'Ayúdame papá'. Algunas de las chicas habían sobrevivido junto a ella e intentaron salir lo más rápido posible, pero sólo lo consiguieron dos más antes de que los escombros quedaran envueltos en llamas.  Recuerda Setsuko Turlow que el Sol se había esfumado y cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, vio "la procesión de fantasmas, porque todavía eran seres humanos pero no lo parecían. Estaban cubiertos de sangre, quemados, algunos llevando los ojos en las manos, se les caían y sus cuerpos se abrían por la mitad".

 

Los soldados les dijeron que se unieran a la procesión y que escaparan a una colina, al pie de la cual había decenas de miles de muertos y moribundos. "Todo el mundo pedía agua en voz baja, nadie gritaba, nadie corría, porque nadie tenía la fuerza psicológica para hacerlo". Las tres chicas decidieron lavarse la sangre y volver a ayudar a los moribundos echándoles en la boca unas gotas que recogieron con sus ropas de un pequeño riachuelo, les daban las gracias y morían.

 

Muchos cuerpos jamás se encontraron y los supervivientes eran imposibles de reconocer, como su propio sobrino, porque tenían la carne derretida, y los que aún estaban vivos, aunque moribundos, como le ocurrió a su hermana se sintieron culpables por su propia muerte y por no haber sido capaz de proteger a su hijo, mientras su marido estaba en la guerra. De hecho su hermana sólo fue capaz de "pedir perdón hasta su último suspiro".

 

A las terribles heridas directas del bombardeo, "la característica de la guerra nuclear es el envenenamiento radiactivo del cuerpo humano". Aparte de su hermana, su tío también sobrevivió en un principio sin heridas externas, pero le salieron manchas púrpura por todo el cuerpo y "murió infectado y podrido desde dentro". La radiación dejó años y años de personas enfermas que además eran repudiadas socialmente por su posibilidad de contagio.

 

La ocupación americana y la censura

Tres días después de Hiroshima llegó Nagasaki, y la rendición de Japón que fue ocupada por Estados Unidos, que retiró al gobierno del país y puso de comandante supremo a McCarthy, que quería dos objetivos: democratizar Japón y desarmarlo. Setsuko Thurlow reconoce que "a partir de ahí surgieron algunas cosas buenas, como que las mujeres pudieran votar, pero también otras muchas malas, como la creación de centros médicos en los que supuestamente iban a ayudar a las víctimas del bombardeo nuclear, pero en realidad sólo tenían un propósito, que era estudiar los efectos de la radiación en el cuerpo humano, no tenían ninguna intención en ayudar a los afectados".

 

De acuerdo con ella "les utilizaban de conejillos de indias, y cuando los periódicos japoneses empezaron a escribir sobre el sufrimiento de la población las tropas de ocupación ejercieron la censura y comenzó la confiscación de diarios, cartas, poemas, fotografías, diapositivas, películas, informes médicos... cualquier cosa que indicara el sufrimiento humano de la bomba atómica. Se llevó todo a Estados Unidos y eso pasó durante todos los años de la ocupación, cuando se vendió aquello como un logro científico, ocultando todo el sufrimiento que causó". Así que la gente tuvo que aprender a vivir su soledad en esa sociedad represiva y de silencio. De hecho a día de hoy, la mayor parte de ese material sigue desaparecido y la mejor manera de conocer lo que fueron los bombardeos es a través de representaciones artísticas como la película Lluvia negra, de Shoei Imamura o el muy explícito y durísimo cómic Pies descalzos, de Keiji Nakazawa.

 

Fue en 1952, tras recuperar Japón su soberanía, cuando los periodistas pudieron contar al resto del mundo lo que supusieron aquellas dos bombas nucleares, pero Truman, el presidente estadounidense "dijo que era necesario, que no había otra opción que usar esa bomba para salvar a sus soldados, aunque Japón ya estaba derrotada, la mayoría de los sitios ya estaban asolados y los soldados del Pacífico no tenían ni siquiera munición para luchar". Sin embargo, las palabras del presidente de Estados Unidos "se convirtieron en un mito y hoy en día incluso se sigue pensando que aquel bombardeo contribuyó a acabar rápidamente con la guerra".

 

Moralmente inaceptable

Setsuko Thurlow comenzó su vida como activista en 1954 mientras estudiaba en la universidad en Estados Unidos y se opuso a las pruebas nucleares en el atolón Bikini, arriesgándose incluso a la expulsión del país. Entendió entonces que debía contar su experiencia en Hiroshima, y aunque "al principio fue muy difícil transmitir el mensaje, poco a poco se fueron uniendo voces y ahora hay millones de personas trabajan para acabar con este tipo de armas".

 

La conferenciante tiene claro que "las armas nucleares que pueden matar a millones de personas simultáneamente no pueden ser algo moralmente aceptable, se mire como se mire". Por tanto, el mensaje que tiene claro que hay que difundir es que "la vida humana debe estar protegida, no está ahí para matarla o masacrarla por decenas de miles o millones". Y este mensaje no es sólo para los políticos sino también para los ciudadanos, "porque cada uno de nosotros debemos ser responsables, estudiar el tema y formarnos nuestra propia opinión para forzar a los presidentes de cada país para que tomen una decisión humanitaria contra las armas nucleares". 

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