La cosa no pinta bien. El mundo está inmerso en una emergencia climática, que afectará de manera especialmente dañina a los países de la cuenca mediterránea; el 80% de los insectos a nivel mundial se han extinguido; la mitad de las enfermedades están asociadas con el consumo cárnico, y a pesar de las evidencias esté continúa aumentando día a día; las grandes empresas agroalimentarias destrozan el tejido rural; el petróleo parece haber alcanzado su pico de producción y las energías renovables no están lo suficientemente desarrolladas como para sustituir a los combustibles fósiles; en Cataluña ya más del 40% de los acuíferos están infectados por la mala gestión de los purines de las macrogranjas de cerdos... Para encontrar alternativas y ofrecer respuestas a este oscuro futuro que se avecina, un grupo de estudiantes de Veterinaria han organizado, del 19 al 27 de febrero, el curso "Soberanía alimentaria: ¿lo que comemos construye o destruye?".
Saioa Alabort, una de las organizadoras del curso (junto a Sara y Ada) opina que "el planeta pide un cambio y debemos ser capaces de hacerlo, modificando nuestros actos individuales y al mismo tiempo cambiando los sistemas de producción y consumo". Y no queda otra, porque como reconoció el rector Joaquín Goyache, "la emergencia climática va a crear más enfermedad, más dolor y más muerte, y hay que luchar para reducir esos efectos perniciosos".
Agradeció, por tanto, esta iniciativa de las estudiantes, porque "el hecho de que se impliquen en estas acciones es lo mejor que le puede pasar a la Universidad, sobre todo porque la UCM tiene que ser líder ante este problema tan serio". Una nueva medida de la Complutense ha sido la retirada de los plásticos de un solo uso en las cafeterías y la obligación de incluir menús para veganos y vegetarianos. Goyache reconoce que "en casa de cada uno hay que hacer lo que se puede, pequeños gestos que quizás no salvarán al mundo, pero que demuestran la concienciación que debemos tener". También Consuelo Serres, decana de la Facultad de Veterinaria, utiliza el símil de la casa, y asegura que este año "en la Facultad se va a orientar a los graduados para la salida de sostenibilidad y medio ambiente, porque los veterinarios pueden aportar mucho a la ganadería y la agricultura".
Belén Martínez, profesora de la Facultad de Veterinaria y coordinadora docente del curso, se alegró por esas medidas inclusivas "para que todos podamos comer en nuestra Universidad". Reconoce que queda mucho por hacer para salir de "este paradigma ecocida y hay que poner en el centro de la acción nuestra responsabilidad como educadores para que se cambien esos paradigmas". Y aunque sabe que será difícil no cree que sea utópico, "lo utópico es sobrevivir a la barbarie con las mismas dinámicas que nos han llevado al colapso".
Demasiados cerdos
Javier Guzmán, director de Justicia Alimentaria, informa de que estamos insertos en una encrucijada alimentaria de las más importantes de las últimas décadas, ya que "en el mundo, en los últimos años, ha habido un cambio de dieta hacia alimentados procesados y mucha más carne, y detrás hay grandes oligopolios y grandes empresas, que hacen que además el precio de los alimentos frescos, aunque no les llega a los agricultores, ha ido subiendo".
Recuerda Guzmán que la mitad de la enfermedad está asociada a algún tipo de carnes, sobre todo las procesadas, "y en España se consume demasiada carne, con barbaridades como ocho o diez veces más de tipos de carne, como la procesada, que ya sabemos que es cancerígena y vehículo de grasas, de sal... El consumo cárnico está disparado en todo el mundo y la producción está en manos de cuatro regiones del mundo: Estados Unidos, Brasil, China y la Unión Europea". Dentro de esta última, España es el tercer país del mundo en producción y exportación del cerdo, "hemos multiplicado muchísimo nuestro consumo y producción de cerdo, concentrado en unas pocas provincias, lo que ha hecho que en Cataluña, por ejemplo, ya haya más del 40% de los acuíferos contaminados por la mala gestión de los purines, y además la huella de amoniaco en Cataluña también es terrible, y eso se asume como parte del beneficio industrial que tiene el porcino en España".
Coincide con esa información Iria Costela, veterinaria y técnica de ganadería de la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos), quien asegura que "el porcino ha crecido de manera increíble en los últimos años, descendiendo el número de explotaciones e intensificando las que tienen un mayor número de animales".
Alfonso Senovilla, funcionario de Sanidad de Castilla La Mancha que ha trabajado durante los últimos once años como inspector veterinario en mataderos, señala que casi semanalmente aumentan el número de cerdos en las macrogranjas en gran parte de España, pero también hay aprobadas macrogranjas de vacas y otra en San Clemente, para "más de un millón de gallinas ponedoras". De acuerdo con Senovilla eso es algo que no se debería permitir, ya que en nuestro país "ya se sacrifican hoy en día, para consumo humano, más de novecientos millones de animales al año, la mayoría aves, seguidas de cerdos, con más de 52 millones".
Para el conferenciante, esto es insostenible, porque no se pueden sacrificar tantos millones de animales, "ya que no hay recursos naturales para soportarlo, y además es imposible garantizar unas condiciones óptimas de bienestar a tantos animales, y por si eso fuera poco hay que tener en cuenta que cada uno de esos 900 millones es un animal individual con capacidad de sentir y de sufrir". Esa enorme cifra lleva a que sea imposible cumplir con el artículo 13 del Tratado de funcionamiento de la Union Europea que asegura que los Estados de la UE "tendrán plenamente en cuenta las exigencias de bienestar de los animales como seres sensibles".
De todos modos, y según Rosa Díez, portavoz de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial (CESGI), en España está creciendo poco a poco la oposición vecinal a la ganadería industrial, organizada desde lo local bajo el lema "Ni en tu pueblo ni en el mío". Según Díez, de todos modos es un tema que debería interesar a todo el mundo, viva donde viva, porque ya hay "pueblos sin agua potable, miles de muertes por resistencia a los antibióticos, animales mutilados sin anestesia que no verán nunca la luz del Sol, incendios en la Amazonia, falsos autónomos en los macromataderos trabajando en unas condiciones bastante difíciles, alcaldes que pasan de la mayoría absoluta a sacar un puñado de votos, subvenciones millonarias...".
Comemos petróleo
Guzmán añade además que "esa alimentación nos está generando enfermedades y sabemos que buena parte de las emisiones totales de los gases de efecto invernadero, casi un 40% vienen de esta industria". Marta Rivera, de la Universidad Central de Cataluña, que ha participado en el último informe del IPCC, deja claro que hasta un 37% de las emisiones están vinculadas a los sistemas alimentarios, por lo que "es importante poner el foco en los cambios en la agricultura y la alimentación, ya que casi siempre en las negociaciones de las diferentes COP el foco se pone en transporte y energía, algo muy importante, pero que deja ese vacío".
Estos datos le llevan a Guzmán a afirmar que "comemos petróleo, ya que nuestro sistema agrario se sustenta en la exportación, basada en el petróleo", y además "no hay que olvidar que hay un sistema oligopólico y de empresas, hay grandes multinacionales de la carne y los lácteos que son las que crean el gran problema de contaminación. En España, la industria agroalimentaria es la que más energía consume, según el INE, y también somos el primer país en agro-tóxicos por hectárea, y además aumentándolos cada vez más".
Cuenta Margarita Mediavilla, del Grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid, que al llegar el petróleo la agricultura tradicional cambió y la tasa de retorno energética, es decir, la relación entre energía obtenida e invertida casi ha llegado a ser negativa. Opina además que "la economía capitalista nos permitió crecer sin depender del estrecho margen de la tierra, pero no fue gratis, se realizó gracias a la economía del petróleo". Y sí, "se puede decir que comemos petróleo, porque gran parte de los insumos dependen de los combustibles fósiles, sobre todo los combustibles líquidos, y de minerales que se siguen extrayendo de minas".
Informa además Mediavilla de que "el petróleo está empezando a agotarse, se estancará a partir de este año 2020 y seguirá un declive hasta finales de siglo. El gas natural alcanzará su pico de extracción en 2030, aunque ahora su consumo está subiendo muchísimo". Para la conferenciante, la extracción de arenas bituminosas y el fracking son muestras de que estamos llegando al pico del petróleo, y también los biocombustibles, "que son lo más absurdo que existe, porque tienen unas tasas de retorno cercano a uno, y además harían falta el doble de las hectáreas arables de toda la tierra para que pudieran alimentar a la mitad de nuestros coches. Por si fuera poco, se está haciendo y produciendo una devastación terrible en gran parte del mundo, como Indonesia, ya que un tercio del aceite de palma se dedica a esos biocombustibles".
Apuesta por lo local
Javier Guzmán dice que frente a la macroindustria podría haber un sistema distinto, basado en sistemas locales sostenibles, relocalizando la agricultura y la ganadería, que además permitiría volver a repoblar el mundo rural. Con las grandes empresas lo único que se consigue es expulsar todo un modelo familiar y "ya no es una España vaciada, está rellenada por vertederos, plantas eólicas, grandes granjas de miles de cerdos, como en Huesca. El territorio rural se ve como un lugar donde se puede hacer lo que se quiere porque no se va a ver, donde se sustituye al campesino por un asalariado, controlado por el propio sistema que maneja la cadena hasta el final, desde la producción a la venta".
Para Mediavilla "se está deteriorando la base de la economía y la sociedad actual, lo que nos puede llevar al colapso, sacamos más recursos de los que podríamos sacar de manera sostenible, y eso es una sobre explotación que hace que nuestra base nutritiva sea cada vez más pequeña". Un ejemplo práctico esperanzador, según la conferenciante, es la cooperativa CRICA, una ganadería de vacas ecológicas de la provincia de Valladolid, que con unas 25 vacas, en una zona que no es muy adecuada para el ganado vacuno, ha cambiado los patrones de industrialización de las ganaderías actuales, con diferentes formas de pastoreo y de explotación, utilizando aquellos que ahorran recursos.
Rosario Arredondo cuenta con una de esas ganaderías locales, cuenta con unas 150 vacas, ochenta que se ordeñan, su modo de trabajar con ellas es ponerlas nombres y se las trata "como si fueran parte de su familia". Además tienen una huerta que les mantiene sin tener que ir a hacer la compra a ningún supermercado. Afirma Arredondo que no cambiaría por nada su trabajo, porque es mantener la cultura que han heredado de sus antepasados, aunque los precios de la leche están muy apretados y a veces no pueden ni sobrevivir.
Casi a modo de conclusión y en respuesta a la pregunta del curso, Blanca Ruibal, de Amigos de la Tierra, reconoce que "hay un modelo alimentario que construye empleo, territorio, comunidad..., que es la soberanía alimentaria, y otro modelo que destruye, que es el representado por la maquinaría pesada, los pesticidas, los desperdicios. Ese sistema industrial destruye el planeta, el medioambiente, los recursos naturales y a la comunidad, a las personas que viven de la tierra". Así que la opción de futuro parece obvia.