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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Martes, 19 de marzo de 2024

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Atraer talento, tener un proyecto común y huir de los dogmatismos, las claves de Arsuaga para conseguir un gran país

El paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga ha participado en el curso "Novela histórica: El descubrimiento de España" con una conferencia en la que ha querido enfrentarse a la "historia testicular de nuestro país", la que proviene de las gestas militares y el patriotismo, al tiempo que ha dado tres recetas para ser una gran nación, que "curiosamente son las mismas tres recetas que hacen falta para ser una gran universidad, como la Complutense, que es la más importante de España, pero todavía puede ser mejor". Tiene claro Arsuaga que "cuando silban las balas cerca, el patriotismo desaparece", y que la testosterona y el patriotismo no sirven para nada, por ejemplo, cuando uno se encuentra en alta mar, "ahí lo que hace falta es un buen barco, ingeniería naval, una buena tripulación, buenos capitanes y una buena cartografía". Para tener un gran país, hacen falta menos banderas, más talento, un proyecto común y un alejamiento total de los dogmatismos "que nos impiden dudar, y sólo el que duda puede investigar".

 

Curiosamente, y a pesar de su deseo de alejarse de las batallas, Juan Luis Arsuaga comenzó su charla con una de las representaciones pictóricas más famosas de una de ellas, en concreto La rendición de Breda o Las lanzas, de Velázquez. Aclaró el catedrático complutense que si sacaba ese lienzo a colación era por el personaje principal, Ambrosio Spínola, "generalísimo de los tercios españoles, y genovés, una muestra clara de la primera receta para conseguir un gran país, una universidad, una orquesta o un equipo de fútbol, que no es otra que atraer talento, porque sólo con lo de casa no se va a ninguna parte".

 

La segunda lección, de acuerdo con Arsuaga, pasa por darle la vuelta a un refrán castellano que dice quien mucho abarca, poco aprieta, cuando "en realidad hay que abarcar lo máximo posible y apretar lo mínimo posible, porque el éxito de las naciones consiste en mantener el equilibrio entre la diversidad y la unidad en un proyecto, de tal manera que los que aprietan mucho nunca harán un gran proyecto y tampoco los que abarcan poco, porque nunca llegarán muy lejos".

 

Tiene claro el conferenciante que "para saber lo que es una nación sólo hay que leer El Quijote, donde se dice que es el lugar en el que uno ha nacido, simplemente". Y en ese país la segunda receta consiste en no excluir a nadie, teniendo claro que "sin ciencia ni tecnología no se puede ser grande".

 

Algunos ejemplos

Repasó Arsuaga a algunos de los grandes personajes de la ciencia española, en concreto en el campo de la Medicina. Comenzó su listado con Andrés Laguna, un segoviano que murió joven, era descendiente de judíos conversos, y que formó parte de una sociedad inclusiva, con muchas más posibilidades de éxito. En España publicó una versión ilustrada, glosada y en castellano del Dioscórides, un libro de farmacopea de plantas medicinales, que se ha usado hasta nuestros días. Recuerda el conferenciante que una de las primeras versiones del Dioscórides, en árabe, se publicó en la época de Abderramán III, "lo que demuestra que las sociedades florecientes reproducen el único modelo de éxito posible".

 

El siguiente personaje destacado fue Andrés Vesalio, "quien descubrió, para la ciencia, el cuerpo humano, en su libro Sobre la estructura del cuerpo humano". De acuerdo con Arsuaga, Vesalio representa el espíritu científico moderno basado en la observación y en la experimentación, es una renovación, una ruptura absoluta frente a Galeno, un personaje que Santiago Posteguillo tiene idealizado, como se demuestra en su novela Y Julia retó a los dioses, y en su charla en este mismo curso, pero que Arsuaga no tanto. Eso sí, tiene claro que desde el siglo II hasta el XVI, con la aparición de Vesalio, no hubo ningún avance, ningún progreso en los conocimientos anatómicos.

 

Carlos V fichó a Vesalio como médico imperial, aquí impartió sus enseñanzas e incluso tuvo que hacer una trepanación a don Carlos, "ese joven patológico, enclenque y muy perturbardo", hijo de Felipe II, que quizás le salvó la vida. Bromea Arsuaga que fue la trepanación o quizás fue el hecho de ponerle junto a la momia de San Diego de Alcalá. 

 

Entre los seguidores de Vesalio está Bernardino Montaña de Monserrate, y entre los que mejoraron su conocimiento, y descubrieron la circulación de la sangre, el circuito menor que conecta la sangre de un ventrículo a otro del corazón, pasando por los pulmones, se encuentran dos ídolos de Arsuaga: Miguel Servet y Juan Valverde de Amusco. Este último publicó un libro de anatomía, que fue de cabecera hasta el siglo XVIII y que "es quizás el libro más difundido de la historia de la Medicina". 

 

Otros personajes citados por Arsuaga fueron Crisóstomo Martínez, un valenciano del siglo XVII; Francisco Javier Balmis, de lo mejor de la Ilustración, y; Alejandro Malaspina, con su expedición científica, que terminó mal porque a la vuelta presentó un informe político que le habían encargado y donde decía que había mucha corrupción en Las Indias y en Filipinas y donde pedía una comunidad de estados hispánicos donde los virreinatos se gobernaran a sí mismos, lo que no gustó, fue condenado al ostracismo y "si hubiera sido atendido habría cambiado la historia de España".

 

De toda esa lista, Arsuaga destaca a Ramón y Cajal, "uno de los grandes científicos de la historia de la humanidad, entre los seis más importantes de la historia del pensamiento humano, a la altura de Newton, Darwin, Galileo, Einstein... Su descubrimiento va mucho más allá del Nobel y ha sido durante décadas el científico más citado de todo el mundo. Vivió y murió en la calle Alfonso XII, muy cerca del Museo de Antropología, donde estaba su laboratorio".

 

Cuenta con horror Arsuaga como "¡su casa fue demolida en 2019!" y cómo para salvarla intentó que la comprara una compañía médica y habló con el director de la FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología) que lo elevó a la secretaría de Estado, que desestimó la idea de comprarlo. Asegura que "nadie movió un dedo, tampoco el ayuntamiento de Carmena, para impedir la destrucción de la vivienda de una de las seis más grandes luminarias de la historia de la humanidad, y todo a pocos metros de la bandera gigante de la plaza de Colón. Estas son las desgracias de nuestra patria". 

 

La última receta

El tercer punto desarrollado por Arsuaga fue la necesidad de huir de los dogmatismos, ya que "el arte y la ciencia necesitan libertad para poder desarrollarse, necesitan dudar y cualquier límite al librepensamiento es incompatible con la duda y el avance". Puso como ejemplo de ese dogmatismo a Hermann J. Müller, un genetista y marxista convencido, ganador del Premio Nobel de Medicina, que en su libro Out of the night proponía un cambio en la especie humana, a partir de ideas eugenésicas. Müller, huyendo de las purgas estalinistas, acabó en nuestro país en plena guerra civil.

 

Quiso terminar su charla Arsuaga con una buena noticia, y es que debajo del solar donde se construyó el Museo de la Evolución Humana, de Burgos, se encontraron restos de un monasterio, "donde ocurrió otro de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad, hace unos 500 años, porque allí se reunieron durante meses juristas y teólogos españoles para debatir una legislación que finalmente firmó Fernando el Católico, que son conocidas como las Leyes de Burgos, donde se decía que los naturales de las Indias eran súbditos de la corona, con los mismos derechos que los castellanos así que no podían ser explotados ni esclavizados. Fue la primera declaración de Derechos Humanos y esa es una metáfora de lo que quiere decir conseguir la grandeza".

Juan Luis Arsuaga y Antonio Pérez Henares, director del curso Novela histórica: El descubrimiento de EspañaJuan Luis Arsuaga, rodeado de asistentes al curso sobre la novela históricaJuan Luis Arsuaga
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