Larga vida a la novela negra. Es el género de moda, el que aglutina mayor número de nuevas obras y el que reúne a autores consagrados y noveles por todo el planeta. Entre los primeros está Lorenzo Silva, quien desde hace 22 años, acompañado por la pareja de guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virgina Chamorro, ha elevado en España el listón literario de un género en el que, como él mismo dice, cabe desde una novela de enigma hasta la más truculenta historia del hampa. Silva aprovechó su paso telemático por la Complutense -clausuró este martes 9 de junio el Máster Universitario de Estudios Literarios- para reivindicar el valor literario del género cuando es capaz, como él y cada vez más autores tratan -otros muchos, no-, de dar un paso más, de salirse del mero planteamiento de un acertijo, y formular "preguntas pertinentes sobre el pasado y el futuro inminente".
Antes de llegar a describir cómo es esa novela negra o ficción criminal por la que él apuesta -la charla la tituló "Más allá de la novela negra"-, el escritor madrileño -licenciado en Derecho por la Universidad Complutense- se remontó a los orígenes del género para reivindicar la figura de Miguel de Cervantes, como uno de sus precursores. Como contó, la novela negra se sitúa siempre en la órbita anglosajona y se cita como su creador a Edgar Allan Poe, en la primera mitad del XIX, y un siglo después a Raymond Chandler como "padre" del género tal cual lo conocemos. Sin embargo, a juicio de Lorenzo Silva una de las "Novelas ejemplares" del autor de El Quijote, la titulada "La fuerza de la sangre" debiera ser considerada la primera novela negra de la historia. Como enumeró, se trata de la historia de un crimen, en este caso una violación, que causa un trauma terrible a su víctima y que es esclarecido siguiendo técnicas detectivescas, como las de la observación y la interpretación. La obra incluso concede a la víctima una reparación y al culpable la obligación de asumir sus consecuencias, aunque de acuerdo a la moral de la época, esta consistiera en que víctima y violador se presentasen juntos ante el altar.
Volviendo al presente, el creador de Bevilacqua y Chamorro -que están a punto de llegar a las librerías con su décima novela, "El mal de Corcira"- señaló que si bien la "hipertrofia" que vive el género le hace correr el riesgo de "morir de éxito", con no pocos autores "justitos de octanaje literario" y que "han visto más series que libros han leído", también tiene la cara positiva de atraer jóvenes con talento -citó a Domingo Villar y Guillermo Galván- y de ensanchar el propio género. A su juicio, en estos momentos hay dos "fenómenos" que caracterizan la ficción criminal: su enorme diversidad y la apuesta de cada vez más autores por el realismo "por supuesto, no absoluto". La diversidad se manifiesta tanto en contenidos -desde el enigma al más complejo análisis de la realidad que nos rodea- como de autores. La novela negra se ha convertido en un fenómeno global, y sus tramas igual se sitúan en los países escandinavos que en China o en Senegal.
Pero lo que más interesa a Lorenzo Silva de la "ficción criminal", como prefiere llamarla -"aunque no soy nada estricto con las denominaciones"- es su tendencia a dejar de fabular los más horribles y truculentos crímenes y apoyarse en la realidad. Saber quién mató a alguien, cómo e incluso por qué ya no es lo importante, incluso los lectores lo saben desde el comienzo. Lo transcendente es lo que la obra hace pensar, reflexionar; las preguntas que nos hace formularnos.
Silva incluso propuso a los estudiantes del Máster Universitario de Estudios Literarios, que coordina la profesora Carmen Gómez García, dos posibles argumentos de futuras novelas basadas en hechos ocurridos durante el reciente confinamiento. Uno es el hecho de que durante esos dos meses metidos en casa la difusión de pornografía infantil se ha multiplicado por cinco en toda Europa. El segundo, un crimen doble protagonizado por un adolescente que mató a su padre y a su madrastra en un arrebato desencadenado por la decisión del padre de privar a su hijo del teléfono móvil. "Son dos crímenes que nos dicen muchas cosas de nuestra realidad", señaló el escritor.
Si la novela negra continúa por estos nuevos caminos que llevan a las reflexiones incomodas pero necesarias, el género será "una autopista de muchos carriles" y se asegurará su pervivencia. También, a juicio del autor, dará un salto de calidad literario y lectores, y también autores, sentirán un placer suplementario en su lectura y escritura. "La novela negra hay que aprovecharla de la manera más inteligente posible. Con esa conductilidad, futuro tiene bastante", concluyó.