A sus 83 años el profesor José Carlos García Fajardo mantiene contacto prácticamente diario con un grupo de sus antiguos estudiantes de Ciencias de la Información y de sus colaboradores en la ONG Solidarios para el Desarrollo, que fundó a comienzos de los 90. Lo hace a través de un grupo de distribución de correos electrónicos que él mismo creó y denominó RDM, "Robadores de Momentos", en el que se juntan personas de muy distintas generaciones. Allí lanza y recibe reflexiones, cuenta los sabores y sinsabores de su vida, recomienda lecturas, recuerda vivencias... Y siempre, a la mínima excusa que encuentra, se congratula por los éxitos de sus RDM. Hace unas pocas semanas el profesor Fajardo informó a través del grupo de la "gesta" de uno de sus ex alumnos. "Conviene compartir los éxitos tanto como los problemas de compañeros RDM", tituló el mail en el que enlazaba a una noticia: "El español Antonio Texeira gana por segunda vez el Emmy a mejor presentador de noticias".
A Antonio Texeira (Mérida, 1981), en efecto, según reflejaban varios medios de comunicación, la Academia Nacional de la Televisión en Estados Unidos (NATAS) le acababa de otorgar, como ya había hecho en la edición de 2018, el Emmy a Mejor Presentador de Noticias de la zona sudoeste-Pacífico de Estados Unidos, concedido por su trabajo en la cadena NBC Universal Telemundo, con sede en Las Vegas, donde conduce el informativo del "prime time" nocturno.
Aprovechando que en alguna ocasión las direcciones de los mail de los RDM se han "colado" en algún mensaje, localicé el que decía corresponder a Antonio Texeira. "Seguro que se lo dio al profesor hace muchos años y ya ni lo utiliza", debo reconocer que pensé. Sin embargo, me decidí a escribir a esa dirección aún sin estar muy convencido de que me llegara respuesta alguna. Le felicité por su logro, le expliqué que la UCM cuenta con una publicación institucional llamada Tribuna Complutense y que sería un gran honor que nos concediese una entrevista. Ya puesto, adjunté un breve cuestionario por si había suerte y el verdadero Texeira abría aquel mail.
Al día siguiente, el primer mail que había en el buzón de entrada de Tribuna provenía de esa dirección que yo creía en desuso y lo firmaba Antonio Texeira. "Cuenta con mis respuestas. Solo te pido una fecha límite porque estoy algo desbordado con la situación y buscando huecos entre el trabajo, que por sí solo se lleva todo el día. Estamos hasta arriba de trabajo con entrevistas, pandemia, elecciones presidenciales, visita de Trump a la frontera, manifestaciones... ". A los pocos días, por supuesto, llegaron las respuestas. Incluso a alguna otra pregunta, que ya crecido me atreví a añadir. "Gracias por esta oportunidad para compartir mi experiencia. Ojalá sirva de inspiración a los estudiantes y motivo de orgullo a la UCM, a la que tanto debo", encabezaba Texeira sus respuestas.
- ¿Cómo recuerdas tu paso por la Universidad Complutense? ¿Qué se te ha quedado marcado de entonces?
- Llevo por bandera haber estudiado en la Complutense. Sin duda, marcó mis inicios para entender este tan respetable oficio. Llegué a la UCM con una beca del Gobierno de Extremadura -mi querida tierra- al obtener Matrícula de Honor en COU y ahí empezaron 5 maravillosos años de aprendizaje continuo. Me recuerdo perfectamente el primer día de universidad, entrando en un aula de 500 alumnos con serenidad, como arrastrado por la vida... Y mi memoria, desconozco el porqué, salta a un Antonio de 19 años boquiabierto en clase reafirmando su pasión por el periodismo. Asistía con entusiasmo a los debates en el aula o en el auditorio. No era tanto de hablar como sí de escuchar. Prestaba muchísima atención a los análisis de actualidad de cada profesor. Tuve cerca a grandes provocadores como José Carlos García Fajardo, Pedro Sorela (DEP)... Me removieron por dentro y consiguieron despertar un sentido crítico justo y bienintencionado. Y muchos más de los que no recuerdo el nombre, pero imborrables son sus enseñanzas. Ojalá algún día la vida me ponga delante a aquellos profesores para poder decirles gracias. Gracias por tanto.
- He leído que hace unos pocos años, ya trabajando en Estados Unidos, estudiaste en Harvard y Columbia...
-Fueron dos cursos a distancia. El primero, sobre liderazgo por la Universidad de Harvard. Y el otro, sobre periodismo de investigación en Columbia. A ellos llegué gracias a mi empresa. Apuesta por el crecimiento personal y profesional de manera extraordinaria. Te guían, te ayudan, te asesoran y, llegado el caso, te becan. Por otro lado, todos los presentadores de la corporación contamos con un asesor que examina tu trabajo delante y detrás de pantalla. He crecido muchísimo con ese tipo de formaciones. La figura del presentador en Estados Unidos resulta un líder en redacción. Yo siento un respeto absoluto por mi trabajo. Tanto de mis jefes, mis compañeros, la audiencia y la competencia, que es muy sana.
- En España trabajaste en TVE, Cuatro, Antena 3 y Telecinco. ¿Por qué te fuiste a Estados Unidos? ¿Cómo conseguiste convertirte en uno de los principales presentadores de una cadena de la importancia de NBC Universal Telemundo?
- En mi vida olvidaré la llamada por teléfono de alguien desde Miami que se presentó como "un reclutador de talentos de NBC Universal Telemundo", me habían visto y querían conocerme. Parecía el guion de "una broma". Pero aquello tomó vuelo muy rápido. Tanto que me organizaron un viaje para cruzar el Atlántico. Hice un casting. Admito que en cuanto me vi en el plató de Informativos, supe que era el principio de un sueño que tomaría forma. Dejame explicar el antecedente para entenderlo.
Hace 13 años, estudié inglés en Boston (Massachussets) con la beca Texeira -mis padres soltaron el dinero-. De lunes a viernes, iba a clases... Pero los fines de semana viajaba mucho. Uno de ellos escapé a Nueva York. Allí contraté el tour para visitar los estudios de noticias de NBC en el Rockefeller Center. Pasamos por el plató. La guía preguntó al grupo si alguno se atrevía a hacer una prueba. Di un respingo y levanté el brazo. Hice el ensayo leyendo lo que tenían allí en el prompter. Dijeron que les encantó. Yo puse mi cara de máxima felicidad suponiendo que aquel halago iba en el precio de la entrada y tenía que corresponderles con semejante cumplido... Al salir, me quedé fijo al escaparate del edificio, observando el plató detrás de la cristalera; pensando: "trabajar aquí debe ser un premio". Y mira, aquí ando, bajo el paraguas de esta empresa que es más que un premio.
- ¿Es muy diferente el mundo del periodismo y la televisión de Estados Unidos al de España? ¿Con cuál te quedas o qué cambiarías de uno y de otro para hacerlos mejores?
-Empezando por lo obvio, aquí trabajas en dos idiomas: inglés y español. Tanto delante como detrás de cámara. Y después, por entrar en materia, podemos analizar la elaboración/estructura de una noticia y la escaleta. En la noticia, adquieren mucho peso tres elementos. El contenido, por supuesto, pero casi de igual manera la creatividad y la ejecución. La combinación de ese tríptico te proporciona un contenido audiovisual de calidad.
Y después tenemos la escaleta que es muy viva. El ritmo es vital cuando tienes una competencia tan dura. De ahí que, por su dinamismo, raro es el día que no salte por los aires la escaleta con varias noticias de última hora. El breaking news manda. Y ahí cabe desde un mitin, ahora que vamos hacia las elecciones presidenciales, donde te puede tocar traducir simultáneamente al presidente Trump; hasta un suceso que vives y describes literalmente junto al espectador gracias a las imágenes aéreas de los helicópteros que la compañía tiene en tantas estaciones por todo el país. La inmediatez alcanza su máximo exponente cuando detallas en directo la intervención del FBI en una casa donde hay gente parapetada, la persecución de un conductor a la fuga en plena autopista de Los Ángeles o el desarrollo de una manifestación.
No obstante, considero que en España, en líneas generales, se hace un muy buen producto. Sé de buena tinta que más de un presentador de Informativos nacionales estudia a los grandes de noticias de Estados Unidos. Estar aquí es una fortuna. Aunque estoy aquí y allá porque sigo bastante la actualidad española por medio de varios informativos de tele y radio y también leo un buen puñado de periódicos.
- ¿Descartas volver a trabajar en España en un futuro?
- Rechazar de entrada una posibilidad en esta vida lo considero un error. Por mi experiencia, los años me han ido abriendo puertas que ni en 7 vidas hubiera imaginado. Siempre he actuado igual. Cuando hay una oferta en firme, se estudia. Eso cuando no estás empezando. En mis inicios, asentía con la cabeza antes de que terminaran de ofrecerme un puesto laboral. Y así me vi en mis principios. Aceptando el trabajo y llamando a mi padre para contárselo y que me ayudara a pagar el piso de alquiler porque no me llegaba el sueldo. Por eso y por todo lo demás debo tantísimo a mis padres...
- ¿Qué les dirías a los actuales estudiantes de Periodismo de la Complutense?
-Hace 15 años, yo estaba ahí, justo donde te encuentras ahora. Os revelo el secreto de la tele: sé natural, sé tú mismo. Incluso presentando Informativos. Lo he aprendido al cabo de muchos años. Al principio, hice una gran cantidad de cursos para perfeccionar. Como si hubiera que ser perfecto. Al final descubres que lo que conecta con el espectador, lo que genera confianza es ser genuino. Íntegro. Natural. Y para eso solo hay que liberarse del miedo a la crítica.
Y fórmate. Lee. Lee muchísimo. Conseguirás una excelente preparación para dar la talla mañana en esa oportunidad que ahora ni te imaginas. Entonces, podrás empezar a vivir de la mejor profesión del mundo. Si tropiezas, permítetelo. O por el contrario, si se te sube el ego, acuérdate de mi madre. En marzo de 2013, fui uno de los pocos enviados especiales de España a Roma para cubrir el Cónclave. Me vi entre los mejores. Me maquillaron. Me colocaron en un set en lo alto de un grandísimo hotel para tener la Plaza de San Pedro de fondo... Todo era maravilloso. Estaba en Cuatro. La directora del programa me dijo que tenía "aspecto de un auténtico corresponsal de cadena norteamericana". Terminé el primer directo y llamé a España, a mi madre. Solía hacerlo para comentar la noticia. Pero aquel día, me embaucó ese ambiente. Mi madre me saludó muy efusiva porque le pareció muy interesante lo que había contado. Le pregunté si había salido guapo. Respondió "¿qué dices?" a lo que insistí. Obtuve la misma contestación. Creí que era un problema de cobertura y separé las sílabas: ¿Qué si he sa-li-do gua-po? Le escuché tomar aire con una fuerza inusitada y me espetó: "no vuelvas a preguntarme eso". "¿Por?", llegué a soltar antes de que me cortara: "Tú estás ahí para informar". No hay mucho que añadir a esa lección de periodismo televisivo que dejo aquí por si algún profesor quiere incorporarla a su asignatura. Qué fortuna la mía de tener la familia que tengo.
- Me daba un poco de vergüenza preguntártelo [esta es la pregunta añadida días después], pero... ¿Qué se siente al ganar dos Emmy al mejor presentador de noticias?
-Que la Academia Nacional de la Televisión te señale públicamente como el mejor presentador de noticias es imponente. No lo oculto. Tengo un enorme respeto por esa institución y lo que representa. Y que lo haga dos veces en tres años significa que vamos por buen camino. Lo digo en plural porque alcanzar ese reconocimiento, uno de los mayores que puede recibir un periodista en EE. UU., es únicamente gracias a un trabajo excelente de un equipazo que invariablemente me respalda y apoya.
En mi vida olvidaré mi primer Emmy por el cúmulo de alegrías de aquella noche. Acudí emocionado a la ceremonia, junto a Los Ángeles (California). Me acompañaron mis padres. Verles en la alfombra roja, de gala, felices... Mi madre me susurraba: "Antonio, qué bonito... Si esto parece Hollywood". Y yo ratificando: "es que es Hollywood, mamá". Mi padre intentando hablar en inglés macarrónico con el presentador de Fox... Con tanta confianza que se despidió de él levantando el pulgar y diciéndole "very well Fandango". Y yo dejándoles disfrutar como niños en un parque de atracciones. Aquella noche vivimos un sueño que culminó de manera apoteósica cuando dijeron "and the Emmy goes to..." Abrieron el sobre y gritaron: "¡Antonio Texeira!". Mi padre me zarandeó con tanta alegría que temí no contarlo.