Uno de los principales problemas que tiene la asistencia sanitaria es el poco tiempo que el médico puede dedicar a cada paciente. De hecho se ha creado incluso la "Plataforma 10 Minutos de la Comunidad de Madrid", una entidad de carácter social y profesional que agrupa a distintas organizaciones y colectivos relacionados con la sanidad pública. Su objetivo principal es conseguir que la atención primaria de salud preste un servicio "sanitario público, accesible, digno y de calidad a todos los madrileños". Y como su nombre indica esa calidad pasa por dedicar diez minutos a cada paciente y no los cinco que se vienen dedicando de media. Una posible solución para poder pasar a esos diez minutos de atención sería liberar los tiempos de consulta presencial realizando consultas previas (y a veces innecesarias) mediante la telemedicina.
El profesor de la Facultad de Medicina, Pablo Gil Loyzaga, lleva desde finales de los años noventa en contacto con las tecnologías de la información y ha acompañado paso a paso la evolución de la telemedicina. Empezó a realizar trabajos con la sanidad militar y después pasó a la civil, llegando a acuerdos con diferentes consejerías de Sanidad de toda España. Este mismo año la cátedra extraordinaria de Innovación y Salud de la UCM, que él mismo dirige, ha firmado un convenio de colaboración con la empresa Qoolife, una de las instituciones ubicadas en el Parque Científico de Madrid. Qoolife ha creado una red social que puede ser utilizada tanto por los ciudadanos como por los 2.929 centros de salud y 10.201 consultorios que hay en España.
Uno de los objetivos principales de esta red social es apoyar a los pacientes que tienen más necesidad de servicios y que al mismo tiempo son los que tienen más dificultad de desplazamiento: los discapacitados, los enfermos crónicos y los ancianos.
Algunos datos
Gil Loyzaga informa de que una persona, entre los 65 y los 75 años, consume el doble de recursos sanitarios de los que ha consumo con anterioridad. Y entre los 75 y los 85 años, dobla lo de la década anterior. Esto ocurre porque las enfermedades vinculadas al envejecimiento son de un corte distinto a las de la juventud. "Las de los jóvenes son en pico porque generalmente acaban en la rehabilitación total y no suelen tener secuelas, pero cerca de los sesenta años esto ya no es así y las enfermedades siguen una gráfica de meseta, suelen ser degenerativas y crónicas, lo que encarece su diagnóstico y su tratamiento".
A esa realidad se unen otros problemas, como el hecho de que sean personas que ya no cotizan, porque suelen estar jubilados, y la heterogeneidad de la dispersión poblacional. Estudios realizados por Gil Loyzaga le permiten afirmar que el mapa de España está conformado en círculos concéntricos. En el centro, en la Comunidad de Madrid, hay unos 700 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que en las comunidades "de la meseta": Aragon, las dos Castillas y Extremadura sólo hay entre 20 y 30 habitantes por kilómetro cuadrado, con zonas absolutamente vacías. En las costas (incluidas las islas Baleares y Canarias) la población aumenta a entre 100 y 200 habitantes por kilómetro cuadrado. La dispersión de la gente hace que sea muy difícil diseñar un sistema sanitario que preste el mismo servicio a todos los españoles. Y aquí es donde entra el uso de la telemedicina.
La sociedad informatizada
Gil Loyzaga considera que la sociedad ya está totalmente informatizada y además está mucho más preocupada por los temas de la salud, así que ahora puede ser un buen momento para implantar un sistema de telemedicina sencillo y de uso universal.
La inmensa mayoría de los ciudadanos tiene hoy en día acceso a un ordenador o un teléfono móvil. La tecnología ya no es algo ajeno, sino que es ubicua y de uso sencillo. Un paciente con cualquier dolencia podría contactar con su médico, o con su equipo de médicos, para hacer una consulta sin necesidad de desplazarse hasta el centro de salud. El médico que atendiese la llamada tendría delante el historial completo del paciente y además este no necesitaría una cita previa simplemente para realizar una consulta ni ceñirse a los horarios de los centros de salud. Con ello no sólo se reducirían las visitas a dichos centros, sino también a las urgencias, con lo que la atención sería mucho más eficiente. Si el médico viese que hace falta atender al paciente de manera presencial, le daría la cita él mismo.
La agilidad del sistema será todavía mayor en cuanto se implante la receta electrónica, que de acuerdo con Gil Loyzaga ya funciona perfectamente en algunas comunidades autónomas.