He leído con interés los artículos del anterior rector, Rafael Puyol, y del gerente de esta universidad, Javier Sevillano. Nada tengo que añadir a lo dicho por el gerente, pero quisiera hacer algunas consideraciones e ir más allá de las cifras para analizar lo que hay detrás de las mismas.
En la época del rector Gustavo Villapalos se generó una deuda de 22.000 millones de pesetas en impagos a la seguridad social y del impuesto de la renta de personas físicas. Esta deuda no hubo que pagarla y hay que anotar como positivo la negociación que hizo el rector Puyol con los responsables políticos correspondientes. A su vez, en el mandato de este rector se generó una deuda de 11.000 millones de pesetas con dos entidades bancarias. Al final de su mandato se llegó a un acuerdo con la Comunidad de Madrid para aumentar la financiación de los gastos corrientes que posibilitara abordar el pago de la nominativa y la devolución de los créditos, como explica muy bien el gerente de la universidad. Lo que resulta evidente es que esa deuda ha habido que pagarla a lo largo de mi mandato y se liquidará este año, justo al terminar mi rectorado.
Los problemas de endeudamiento al decir de los dos rectores anteriores y sus equipos económicos venían dados por la insuficiente financiación de la nominativa. Es posible, pero ¿cuál era la realidad de la plantilla de la UCM en profesorado y PAS cuando llegué al Rectorado?
En los profesores había una gran dualidad entre los que éramos numerarios y los profesores contratados. Estos últimos eran un gran colectivo compuesto por lo general por profesores asociados a tiempo parcial, aunque muchos de ellos trabajaban solamente en la universidad, o pretendían hacerlo, y eran además los peor retribuidos de las universidades españolas. Otros eran profesores interinos a tiempo parcial, pues el Rectorado no concedía el tiempo completo con la excusa de que serían más costosos que el numerario correspondiente. Había escasos ayudantes. En suma, una parte importante del profesorado trabajaba con contratos temporales y mal retribuidos.
Hubo planes de promoción a catedráticos, pero tímidos e insuficientes, provocando la paralización de muchas carreras académicas de profesores que por tiempo y curriculum merecían ser catedráticos. Cuando se aprobó la contestada LOU, la mayoría de las universidades españolas lanzaron un plan de "numerización" y promoción de sus profesores para que no fueran perjudicados por las nuevas condiciones legales. En la UCM se frenó este proceso y mediante coartadas jurídicas se puso el freno a muchas carreras docentes.
Durante mi mandato las cosas han cambiado notablemente. Con la aprobación de la LOU y la creación de nuevas categorías de contrato laboral, este Rectorado hizo un gran esfuerzo para que todos aquellos que obtenían la acreditación por agencias externas a la universidad, como la Aneca y Acap, se convirtieran en el menor tiempo posible a contratados doctor. En un periodo de cuatro años se alcanzó la cifra de quinientos contratados doctores. Este Rectorado solicitó, y lo consiguió, para este colectivo el reconocimiento de los sexenios de investigación. Además cuando se comenzó a debatir el segundo convenio colectivo y ante las dudas que surgieron de interpretación del convenio vigente, aceptó los argumentos de los profesores y se les incrementó el sueldo, cosa que no hicieron otras universidades madrileñas. Lo hicimos con el convencimiento de que estos profesores no sólo se merecían una estabilidad en el empleo, sino también unas condiciones económicas adecuadas a su cualificación y su trabajo. Al tiempo, se aumentó el número de profesores ayudantes. Se acabó con la precariedad e inseguridad del trabajo en una parte importante de nuestro profesorado.
En lo que concierne al profesorado numerario, se llevó a cabo un plan de promoción para todos aquellos catedráticos y titulares que obtuvieron la habilitación. No se regateó económicamente a estos profesores, y se aplicó un plan de promoción en los primeros cuatro años de mi mandato como no se había conocido nunca en nuestra universidad. Pero este plan de promoción se ha quedado corto en el segundo mandato, en el que el cambio de la LOU ha supuesto un aumento de los acreditados, que están siendo promocionados progresivamente, y que en dos años han alcanzado la cifra de 135 catedráticos, superior a la de los cuatro años anteriores.
Este Rectorado ha apostado, por tanto, por la estabilidad en el empleo, la mejora de las condiciones económicas y la promoción; en definitiva ha hecho una apuesta por el factor humano, que es tan importante para la universidad en la investigación y la docencia. En esto nos hemos gastado gran parte de las partidas del capítulo 1, a lo que hay que añadir el crecimiento de las pagas extraordinarias. Pero es un gasto que merece la pena haber realizado.
Otro tanto se puede decir del PAS, que como consecuencia del acuerdo firmado para los funcionarios por los rectores de las universidades madrileñas, del convenio colectivo para el personal laboral y de la aprobación de las dos relaciones de puestos de trabajo en esta universidad, han mejorado sus retribuciones y sus condiciones laborales. Otro tanto se ha hecho con la estabilidad en el empleo. Al iniciar mi mandato había aproximadamente 200 trabajadores del INEM con bajos sueldos y empleo temporal. Otros muchos eran interinos y con contratos temporales.
Al poco tiempo de iniciada mi andadura como rector recibí una carta del Defensor del Pueblo denunciando que había mucho personal en esta universidad en condiciones precarias. Todo esto se ha ido remediando mediante convocatorias que han estabilizado el empleo. Al tiempo, se ha aumentado el número contratados laborales para funciones de técnicos de apoyo a la investigación. Otra apuesta de este Rectorado ha sido el reforzamiento de la investigación. Se ha avanzado mucho en la estabilidad en el empleo, en mejorar la prestación de los servicios, y en mejoras salariales, aunque queden aún aspectos en los que avanzar.
En esto y no en despilfarros ha gastado el dinero la Complutense. Ahora hay dificultades económicas, pero el gasto está justificado, no como en épocas anteriores en las que se generó una gran deuda al tiempo que se mantenía a gran parte del personal en condiciones de precariedad laboral y sin apenas promoción. Aún así, no se puede olvidar que los problemas que padecemos surgen con la crisis económica y los recortes sufridos. Hemos tenido que afrontar la subida de las pagas extras y los incrementos salariales de 2009 y la mitad del 2010 con la nominativa congelada y el fuerte recorte que nos han aplicado en las inversiones durante cuatro años. Ha habido otras actuaciones, pero es el capítulo 1, el más importante del gasto, sobre el que se está haciendo demasiada demagogia.
Hay que añadir que la UCM por su estructura de personal y las características de la institución: tamaño, gastos que otras universidades no tienen, más titulaciones, colegios mayores, casas de profesores, campos deportivos, mantenimiento de parques y jardines de los campus y de más de 100 edificios, tiene una tendencia al crecimiento del gasto más elevado del que pueden tener otras universidades españolas.
La situación es preocupante, pero no grave, y tiene fáciles soluciones. Yo mismo he ofrecido alternativas a la Comunidad, en el Consejo de Universidades y en la CRUE. Pero lo que tenemos que reivindicar todos es una mejor financiación para nuestra universidad en consonancia con la investigación que realiza, el servicio que presta y la demanda tan elevada que tiene de alumnos, españoles y extranjeros, años tras año. Esta debe ser la verdadera defensa de nuestra institución y de nuestro propio trabajo
Mientras se financia a los ayuntamientos con el Plan E, se refinancia su deuda y se gastan miles de millones en salvar el sistema financiero, no se mueve un dedo por las universidades, que sufren también los recortes. Esto es lo que nos debe preocupar: que nadie se ocupe de los problemas que estamos atravesando.