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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Sábado, 5 de octubre de 2024

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Nuestras recomendaciones

24 MAY 2011 a las 12:33 CET

Para escuchar: Dedicado a Antonio Machado, poeta, de Joan Manuel Serrat

Para leer: Azul tan blanco, de Rosa Falcón

Para ver en el teatro: Delicadas

Dedicado a Antonio Machado, poeta

por Begoña Alonso

En 1969, justo un año después de que Joan Manuel Serrat renunciara a ir a Eurovisión porque no le dejaban cantar en catalán, sacó este disco, Dedicado a Antonio Machado, Poeta. Según cuentan, la discográfica no confiaba en que funcionara muy bien, por aquello de ponerle música a un poeta. Erraron completamente, porque se convirtió en uno de los grandes éxitos del cantautor catalán. A mí me encanta este disco, no dejo de escuchar ni uno de sus 31 minutos. El trabajo de Serrat es elegante y la interpretación, emocionada. Y creo que los textos de Machado (procedentes en su mayoría de Campos de Castilla y Soledades, galerías y otros poemas) están cada día más vigentes. Por ejemplo, la canción Del pasado efímero, en la que habla de un hombre supuestamente del pasado: "Bosteza de políticas banales / dicterios al gobierno reaccionario / y augura que vendrán los liberales / cual torna la cigüeña al campanario". O, aún más, Españolito: "Españolito que vienes /al mundo te guarde Dios / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón". Letras centenarias y músicas de hace más de 40 años para situaciones bien actuales que reconocerás fácilmente. Imperdible.

 

Azul tan blanco

por Andrés Torrejón

Reconozco que no soy un hombre demasiado apegado a la poesía, pero este libro me lo he leído de un tirón. Quizás es porque en él se habla de ese paraíso en el que todos nos queremos jubilar (las Islas Canarias) o porque muchas de las imágenes que se reflejan en sus páginas se nos han pasado a todos por la cabeza y nos hacen partícipes del texto. El mismo título se puede rastrear en libros tan ajenos (en principio) a la poesía como Campo de Sangre, de Max Aub. Allí el autor escribía "las carrascas amarilleaban entre todos los morenos y bermejos del otoño, el cielo estaba pálido, de un azul tan blanco que la bóveda aparecía claramente sin fin, algunas nubecillas la humanizaban". Supongo que entre la autora, Rosa Falcón, y Max Aub no habrá habido un trasvase de información directa, sino que los dos han mirado al cielo y lo han visto precisamente de ese color. Un color que tiene bastante de tristeza, al igual que muchas de las poesías de Azul tan blanco, pero que al mismo tiempo arrastra un poso de esperanza. Leemos por ejemplo: "Tierra quemada y oxidada/ por el sol/ piedras volcánicas,/ fallas y cráteres/ de una tierra seca./ Fragmentos de paraíso". En el libro se redunda también en la imagen del Robinsón, solitario en su isla, que en su caso deja de ser un paraíso para convertirse en un lugar del que desea huir. En realidad todo el libro se mueve entre la dicotomía de un lugar que muchos desean visitar (incluso para quedarse) mientras que otros odian y quieren largarse cuanto antes, para echarlo de menos en cuanto lo dejan atrás. En definitiva, un libro para leer de una sentada y para releer después cuando se quiera disfrutar del olor del mar.

 

Delicadas

por la Escuela de Espectadores

Afortunadamente los teatros públicos programan obras de autores no consagrados de este magma cultural que llamamos España. Entre ellos se encuentra el navarro Alfredo Sanzol cuyas obras rezuman un entrañable aire nostálgico de tiempos pasados, de una época en transición hacia el recuerdo. Sí, pero no lo soy y Días estupendos son dos de sus creaciones más recientes y ahora podemos disfrutar en el Teatro Español de su última propuesta: Delicadas, obra que como las anteriores, también dirige. Delicadas es una sucesión de pequeñas historias, desenfadadas y sin grandes pretensiones; Delicadas es un conjunto de anécdotas rescatadas de un álbum ambientado en la España rural de la guerra y posguerra del 36, de recuerdos de infancia reelaborados por un dramaturgo con especial sensibilidad hacia lo cotidiano. La escenografía de Delicadas es sencilla, como las escenas que cuenta: un suelo adoquinado del que emergen un pequeño árbol y una rosa, y un cielo suspendido testigo de las pequeñeces de la vida. Destaca la interpretación de los miembros de la compañía T de Teatre formada por cuatro mujeres y dos hombres que son capaces de llevar al público de la sonrisa a la carcajada pasando por la melancolía, y la facilidad que Sanzol tiene para componer cuadros visuales y mover a los actores por el escenario. En Delicadas todo rezuma la sencillez de lo perfecto.

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