Caballos salvajes
por Begoña Alonso
Caballos salvajes es una de mis películas preferidas. La vi cuando tenía 20 años, cuando acababa de salir en vídeo, gracias a la recomendación de una amiga que era fan de Calamaro, como yo. Andrés es el responsable de la banda sonora de un filme que, desde el principio, te atrapa. Dirigida por el argentino Marcelo Piñeyro en 1995, es una auténtica y entretenida road movie protagonizada por Héctor Alterio y un jovencísimo (y rubio) Leonardo Sbaraglia. El filme cuenta la historia de José (Alterio), un anarquista que, en el fin de su vida, decide asaltar el banco que, supuestamente, 18 años antes le había robado a su familia una buena cantidad de dinero. En el atraco se lleva como rehén a un empleado de la sucursal, Pedro (Sbaraglia), con quien emprende una loca escapada hacia la Patagonia. El dinero es lo menos importante para un José que tiene en el sur de Argentina un cometido pendiente y que será la clave de la película. Caballos salvajes es un canto a la libertad, una oportunidad para dejar volar el pensamiento. El guión invita a volver a sentir que "vale la pena estar vivo", como exclama Alterio al ritmo de un vals en una de las escenas más emotivas del filme. ¿La conclusión? Que, con un poco de criterio, es fácil saber el lugar que le corresponde a cada uno en la vida.
El mesías de Dune
por Andrés Torrejón
Doce años después del final de Dune, Muad'Dib se ha convertido en un auténtico tirano genocida que se burla de los infantiles crímenes de Hitler y de Gengis Khan. Infantiles comparados, por supuesto, con los billones de seres que él ha eliminado por todo el universo conocido para convertirlo en un páramo lleno de admiradores. Al mismo tiempo Muad'Dib teme el hecho de que sus súbditos le adoren como si fuera un dios, y eso a pesar de que ni siquiera va a necesitar los ojos para ver. La segunda parte de la saga escrita por Frank Herbert se lee deprisa, muy deprisa, casi como si fuese un capítulo largo del libro original. En esta historia, el autor nos presenta a algunos nuevos personajes como el ghola, o zombi, del viejo Duncan Idaho y un chisposo enano (que en la Factoría de Ideas ha sido un reto y han traducido lo mejor que han podido, ya que habla con peculiares juegos de palabras intraducibles). Además desarrolla algo más la personalidad de personajes como Alia, que en el primer libro no era más que un bebé recién nacido y sin mucha gracia, y ahora se convierte en un ser prácticamente todopoderoso. Lo cierto es que el libro es casi tan interesante como la primera novela, pero sabe a poco porque sólo tiene unas 300 páginas frente a las 700 de Dune. Ahora a esperar otro añito para leer Hijos de Dune y seguir indagando en la vida de esos tiranos un tanto yonquis.
De Mayrit a Madrid
por Vicente Ramos
"Madrid es la única capital europea cuyos orígenes y denominación están vinculados a lo árabe". Así comienza este bello volumen editado por la Casa Árabe y Lunwerg. En él se traza la historia de nuestra ciudad desde su fundación en el siglo IX hasta la presencia actual de árabes y musulmanes en la capital del Estado. En el último capítulo se recogen datos bastante actualizados del padrón (concernientes al año 2010) y se muestra imágenes de locales y mezquitas, sobre todo por la zona de Lavapiés. Allí se encuentra una pequeña mezquita, imposible de detectar por los que pasan por su fachada, que lleva el nombre de un gran templo de Bangladesh. Por supuesto, también se hace referencia a la conocida como mezquita de la M-30, con sus reminiscencias cordobesas y a otros lugares de reunión, fiestas, alimentación e incluso enterramiento. El libro cuenta con capítulos realmente hermosos, como el que repasa la historia de la medina de Mayrit (reconstruida aquí tal cual debió ser) y se muestran imágenes de los escasos restos arqueológicos que todavía se pueden observar in situ o en museos. La parte central del libro se dedica a personajes de origen árabe que han vivido a lo largo de la historia en Madrid, desde la época de Felipe II hasta finales de los años noventa del pasado siglo. El conjunto de todos los artículos aporta una visión novedosa sobre la relación de los madrileños y los árabes, mucho más cercana de lo que casi todos pensamos y de lo que a muchos políticos les gustaría.
Estado de ira
por la Escuela de Espectadores
Una actriz encargada de sustituir a la protagonista de Hedda Gabler llega a una dependencia pública para ensayar junto a un grupo de actores-empleados el papel que representará junto al elenco profesional al día siguiente en el teatro. La gran actriz acaparará en un principio la atención y admiración de los trabajadores pero, al igual que el personaje de Hedda Gabler en la obra de Ibsen, se convertirá en víctima de un entorno hostil que pretende manipularla. Si la heroína de Ibsen optaba por suicidarse ante la posibilidad de perder su libertad, la actriz de Estado de ira acaba en ropa interior en el centro de un escenario vacío y en penumbra, olvidada, desposeída, ultrajada. Estado de ira es una propuesta dinámica con un ritmo galopante que no da apenas respiro. El montaje supone una reflexión en torno al mundo de la interpretación y del teatro: permite al espectador asistir a un ensayo, el momento del proceso creativo en el que el actor y el personaje se confunden, y en el que la mentira de la escena se manifiesta con claridad y crudeza. Las indicaciones (gestos, entonación y movimientos) que los empleados dan a la actriz y la continua confusión entre los diálogos cotidianos y el texto ibseniano, la vida y el teatro, convierten al espectáculo en una sucesión de momentos hilarantes que al mismo tiempo terminarán por mostrar un lado mucho más amargo. Al final del ensayo, uno de los trabajadores anuncia que mañana repasarán Ricardo III, y el espectador con un escenario poblado de sombras ya casi vacío, rodeado de objetos de atrezzo, comienza a imaginar la futura representación. Pero eso ya es otra historia, otra crítica, otra obra,