Del 6 al 8 de junio de 2011 se celebra en la Villa Reale de Monza, al norte de Italia, el FOCUS 2011, la plataforma creada por la UNESCO para reunir a un grupo de expertos alrededor de un tema de actualidad. Un lugar de encuentro en que creadores, profesores, estudiosos y responsables de empresas puedan debatir, intercambiar ideas e impresiones y diseñar estrategias conjuntas para el futuro más cercano.
La primera vez que se convocó fue en el año 2009, alrededor del tema: "Creativity, Innovation and Excellence: From Crafts to the Design and Fashion Industries", y este año nos reuniremos hasta 200 expertos alrededor de un tema de candente actualidad: "The Book Tomorrow: the Future of the Written Word", en que se intentará ofrecer una radiografía actual de diferentes aspectos y temas de este complejo mundo, alrededor de tres ejes: "La economía de E-book", "Derechos de autor en la era digital" y "La biblioteca digital". A la vista de los más de 200 participantes en este importante evento, que quiere tomar el pulso a un tema de tanta actualidad, ya es posible sacar una primera conclusión: la Universidad ha quedado fuera de las esferas de información y de toma de decisión alrededor de un tema como el futuro de la letra escrita. Ninguna presencia de los centros de investigación, tanto de Europa, como de América o de Asia, de los grupos de investigación en que los años noventa del siglo XX eran la vanguardia de una revolución textual que nunca se ha llevado a cabo. Entre los participantes, los profesores universitarios brillamos por (casi) nuestra ausencia: frente a la masiva presencia de bibliotecarios, editores, periodistas y personas vinculadas al mundo empresarial, tan solo ocho profesores: Jean-Claude Guédon (Universidad de Montreal), Françoise Benhamou (Université Paris 13), Jamal Edine Naji (Université Mohammed V, de Marruecos), Juan Carlos de Martin (Università di Torino), Janet Murrray (Georgia Tech, USA), Gino Roncaglia (Università della Tuscia), Seamus Ross (Universidad de Montreal) y yo, el único representante de una universidad española. Este primer hecho debería hacernos reflexionar sobre las razones por las que la Universidad (en todo el mundo y no solo la española) ha quedado relegada a un segundo plano en los grandes foros internacionales. Economía, derechos de autor y bibliotecas... estos son los tres ejes que marcan solo algunos de los aspectos esenciales del cambio de paradigma que se está consolidando en los últimos años en la difusión y conservación de la información y del conocimiento gracias a las tecnologías digitales e informáticas. El debate que genera la idea del "futuro del libro" ha ido quemando etapas, aunque algunos de los tópicos se han instalado en nuestro imaginario como si se trataran de verdades inalterables. Me gustaría detenerme en dos de ellos, pues siguen perviviendo en algunos de los textos que nos han enviado desde la UNESCO para la preparación de las mesas de trabajo de cada una de las sesiones del congreso del FOCUS 2011. 1. El tópico del "ecosistema del libro". Desde hace unos dos años, se viene repitiendo la necesidad de mantener el ecosistema del libro si queremos conservar uno de los baluartes de nuestra cultura occidental, como si los medios digitales de creación, difusión y conservación de la información constituyeran un peligro procedente de otra galaxia. El ecosistema del libro, compuesto por autores, editores y libreros, es especialmente sensible a cualquier cambio, y tocar un elemento puede constituir la destrucción del conjunto... un conjunto que se presenta como atemporal, como si siempre hubiera estado en nuestra sociedad. Nada más falso. Nada más lejano de la realidad. La industria editorial (que ahora se ha rebautizado con el concepto políticamente correcto de "ecosistema del libro") es un invento del siglo XV, cuando la imprenta, como industria, impulsó una serie de servicios que permitiera gestionar y aumentar su beneficios económicos. Industria que se basa en un objeto físico multiplicado (los ejemplares de una edición) que es necesario imprimir, pero también almacenar y distribuir. Industria que parece haberse olvidado que su finalidad no es la de "vender" objetos (en este caso, libros), sino hacer posible difundir textos (de cualquier naturaleza) gracias a este medio. De este modo, el mundo digital -que no se basa en objetos físicos- ofrece ahora nuevas posibilidades (y desafíos) de difusión y d 2. El tópico del "autor desvalido"... si en la "industria editorial", en ese tópico del "ecosistema del libro" hemos hablado de editores y libreros (que han de adaptarse a nuevos medios de difusión, de los que pueden sacar partido, como ya sucedió en el siglo XIX con la proliferación de la prensa y el nacimiento de la literatura de folletín), ahora es el turno del "autor", de ese autor del que se ofrece la imagen de las grandes pérdidas que le ocasiona la fácil circulación de sus textos en medios donde no puede controlar sus "derechos de autor", como si de ellos (todos) los autores consiguieran ganar lo suficiente para poder vivir. La imagen de un autor que controla su texto, desde su creación a su difusión, que decide además la forma final del mismo en sus mínimos detalles (incluso ortotipográficos) es mucho más moderna que la propia difusión de la industria editorial, pues hemos de remontarnos, como mucho, al siglo XVIII (con las leyes de "derechos de autor"), y al XIX o la XX para que se haga realmente efectiva. El autor, desde la época clásica que hacía lecturas públicas de sus obras en creación para así conocer la reacción de los lectores -oidores- de lo que llevaba escrito, a la época medieval, con el concepto de "enmienda", hasta la propia imprenta manual, en que quedaba fuera de los talleres de impresión cuando vendía sus "licencias" (como el pasó al mismo Cervantes), ha tenido una relación más abierta y compleja con el texto que la impuesta desde el siglo XIX y el XX en nuestro imaginario... el escritor puede recuperar con los medios digitales modelos antiguos de relación con sus lectores en un diálogo impensable con objetos físicos como son los impuestos por la industria editorial moderna. Frente al monopolio de la industria editorial, que ha ido perdiendo desde el siglo XVI ámbitos de difusión y de influencia (en el XIX, la prensa escrita, y en el XX todas las tecnologías del audio y de la imagen), el texto vuelve a adquirir protagonismo en la sociedad del siglo XXI, en esta sociedad bautizada de la Información y del Conocimiento. No es casual que en el título del FOCUS 2011 de la UNESCO se hayan unido estos dos aspectos: el "libro" como medio de transmisión y la "palabra escrita", el "texto", como aquello que debe ser creado, difundido y conservado. Y la primacía del "texto" ahora en nuevos medios de transmisión donde no prevalece el objeto físico, como así sucedió desde la época sumeria, cuando encontramos noticia de magníficas bibliotecas, obligará a consumar cambios no solo en la industria editorial o en los modos de acceso a los textos y a nuevas posibilidades de creaci Un mundo apasionante el que nos espera en los próximos años con el futuro del texto. Un mundo en que podemos hablar de una segunda textualidad, aquella que, partiendo de la tecnología de la escritura permita recuperar algunos de los principios y de las ventajas de la oralidad. Por primera vez, desde el siglo IV a.d.C., oralidad y escritura vuelven a darse la mano gracias al texto digital. Si seguimos en esta línea, no me cabe duda que los próximos años serán testigos de grandes cambios en nuestros modos de acceder a la Información y al Conocimiento, como los vividos en las últimas décadas. Si nos parapetamos detrás de los falsos tópicos y de visiones apocalípticas del pasado, seguiremos quedando marginados de los foros en que se está discutiendo, en que se está fraguando el futuro. Y la Universidad del siglo XXI no permitirse el lujo de quedar al margen, de seguir, como lo está ahora, al margen de desafíos en que está inmersa nuestra sociedad actual.