La Agencia Internacional de la Energía (AIE), organismo dependiente de la OCDE encargado de supervisar las políticas energéticas de los países miembros, presentó el pasado 8 de noviembre en Londres su informe anual sobre el panorama energético mundial. En él se señala que el calentamiento global ya es un fenómeno irreversible y que quedan sólo cinco años para amortiguar sus efectos más catastróficos.
Tal y como señala el informe, el consumo energético actual aboca a una situación de insostenibilidad. Por una parte, el agotamiento de combustible fósil barato sitúa a la humanidad ante una situación de encrucijada: somos sociedades petrodependientes y de momento la comunidad internacional no tiene un plan B para reconvertir el modelo. Además, el consumo de energía fósil no está repartido de forma homogénea entre la población mundial. Son los países enriquecidos, junto con países como China e India, que se han convertido en las fábricas mundiales, los que presentan un mayor consumo frente a unos países de la Periferia que son los que sufren las peores consecuencias.
Por otra parte, la combustión de energía fósil no ha dejado de provocar un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Desde que se firmara el Protocolo de Kioto, las emisiones globales no han hecho más que aumentar, demostrando la ineficacia de las políticas y mecanismos de mercado que se han arbitrado.
Según la AIE, de seguir con la dinámica actual, los niveles de CO2 en la atmósfera incrementarán el efecto invernadero hasta disparar la temperatura media global entre los 3,5 y los 6 grados centígrados. El objetivo de la ONU consiste en limitar el calentamiento a un aumento de 2 grados, umbral a partir del cual se producirían irreversibles transformaciones en la Biosfera: pérdidas graves de biodiversidad, problemas de adaptación para las especies (incluida la humana), riesgo de inundaciones en zonas densamente pobladas, alteraciones en los grandes cultivos mundiales.
El próximo 28 de noviembre comenzará una nueva cumbre sobre el cambio climático en Durban y no parece que los principales emisores están dispuestos a asumir recortes coherentes con la gravedad de la situación. Al igual que en el Titanic, la mayor parte de los gobernantes y los grandes intereses económicos miran hacia otro lado, mientras las condiciones naturales a las que los seres humanos estamos adaptados se van transformando a toda velocidad.
Es urgente impulsar un cambio en las pautas de abastecimiento energético. La adopción de políticas de disminuyan el consumo global de energía, apuesten por la energías renovables y tengan consideraciones éticas y de justicia entre los pueblos es ya una urgencia que no admite más dilación. El informe "Cambio Global España 2020-2050: energía, economía y sociedad", impulsado por el Centro Complutense de Estudios e Información Medioambiental avanza en esta línea y propone un "mix" energético viable que descansa en el ahorro energético, la disminución neta del consumo de energía y en el despliegue de las renovables.
El informe expone cómo sectores como el de la edificación y la rehabilitación energética, el urbanismo o el transporte ofrecen posibilidades para reconvertir un modelo basado en la energía fósil que amenaza con socavar las bases biofísicas que sostienen la vida humana.
No se trata de un problema tecnológico, sino de situar la voluntad política al servicio del bienestar de las personas antes al de los negocios cortoplacistas.