Los días 6 y 7 de marzo la Facultad de Ciencias de Información acogió las primeras jornadas de Comunicación y Memoria Histórica, dirigidas por la historiadora Mirta Núñez Díaz-Balart.
El director del Departamento de Historia de la Comunicación Social, Alejandro Pizarroso, considera que el grave problema de los historiadores en nuestro país ha sido la historia oficial. Rescatar todo lo demás "en aras de la verdad es importantísimo". Y en esa tarea están embarcados historiadores como Núñez Díaz-Balart, autores de varias tesis de la Facultad y algunos otros que buscan "rescatar aspectos poco conocidos de la realidad reciente española".
La decana de la Facultad, Carmen Pérez de Armiñán, reconoció que desde la ley de Memoria Histórica de 2007 ha habido movimientos y acciones encaminadas a un mejor conocimiento de la guerra civil y el franquismo. En esas actividades se enmarcan estas jornadas que comenzaron con una mesa redonda de periodistas especializados en temas de memoria histórica.
Antes de todos ellos intervino Hilda Farfante, víctima del franquismo. Recordó cómo hace once años, en la colocación de una placa en Cangas de Narcea, donde asesinaron a sus padres, ninguno de los cuatro periodistas presentes supo extraer el espíritu del acto en sí. El único que lo hizo fue un periodista de El País que escuchó la noticia por la radio y escribió un emotivo artículo titulado "Grito contra un largo silencio". Ese mismo grito la ha llevado por toda España para contar su experiencia. El periodista Emilio Silva, fundador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, escuchó ese grito por primera vez en el Congreso de los Diputados en 2003. Desde un par de años antes ya había publicado reportajes sobre exhumaciones en varios medios.
Diego Barcala, de Público, recordó el papel pionero de su periódico en el trato a los familiares de las víctimas; y Natalia Junquera, de El País, destacó que su diario la dedicó a ella en exclusiva a escribir sobre la memoria histórica.
En las jornadas participaron además historiadores (como Julio Aróstegui, Manuel Álvaro y Francisco Espinosa), abogados y antropólogos.