El filósofo Immanuel Kant señalaba que las distintas preguntas que se plantea y debe resolver la filosofía se resumen en una sola: ¿qué es el ser humano? Naturalmente, ella solo puede darle respuesta en colaboración con todas las otras ciencias implicadas en su conocimiento. Ahora bien, la respuesta filosófica a esta pregunta tiene una peculiaridad respecto a la que nos podemos plantear sobre cualquier otro objeto, y es que, como señalaba Ortega y Gasset siguiendo a Hegel, el ser humano no tiene naturaleza sino historia, lo que quiere decir que a él no podemos pretenderlo conocer inmediatamente sino que para conocerlo hemos de esperar a que él mismo se desarrolle en el tiempo, esto es, a que adquiera su madurez como género humano: mientras dos animales de una misma especie que viven en momentos diferentes no dejan de ser el mismo animal, en cambio, el ser humano de dos periodos históricos distintos difiere sustancialmente, son, por así decirlo, dos seres humanos diferentes. Por esta razón consideramos que la historia de la humanidad es un proceso de autoconfiguración del ser humano, del cual resulta posible, a su vez, un conocimiento creciente del mismo. Mientras más humanos somos, mejor nos podemos conocer y, de modo inverso, mientras mejor nos conocemos, más humanos podemos ser.
Dentro de este proceso la filosofía ha tenido y mantiene una función muy específica, la de contribuir a la autorrealización humana mediante su autoconocimiento: mientras las ciencias empíricas del ser humano se preocupan de averiguar lo que ya somos, las ciencias filosóficas aspiran, en cambio, a vislumbrar aquello que hemos de llegar a ser: la filosofía no tiene como objeto el ser humano ya existente sino el ser humano aún deviniente.
De esta manera se ha constituido la filosofía como uno de los ejes fundamentales de la tradición cultural de Occidente y su enseñanza ha sido un motor permanente de creciente humanización. Pero éste es ya un proceso en el que está implicada la humanidad toda, y por ello mismo la filosofía y su enseñanza no es exclusiva de Occidente sino una riqueza de cualquier sociedad. Por todo ello, la UNESCO proclamó en 2005 que el tercer jueves de cada mes de noviembre sea considerado Día Mundial de la Filosofía, y lo hizo "consciente del destacado papel que ha desempeñado la filosofía en el desarrollo de la humanidad [... y] recordando la función esencial de la filosofía para promover la tolerancia y la paz". Entre los objetivos que se fija la UNESCO para ese día está el de solicitar "encarecidamente a los estados miembros que prosigan su empeño de promover la filosofía en su propio país".
Ahora bien, ante los desafíos que para los estudios y la investigación en filosofía se están planteando como consecuencia de las reformas que se vienen realizando en nuestro país en la enseñanza secundaria y universitaria, la Conferencia de Decanos de Facultades de Filosofía de España, respaldada por las más importantes asociaciones filosóficas nacionales, convocó unas Jornadas sobre la situación de la filosofía, que se celebraron en la Facultad de Filosofía de la UCM los días 4 y 5 de mayo, de las que surgió la Declaración de la Filosofía Española. En ella, siguiendo el espíritu de la UNESCO sobre la importancia de esta materia, se incluye el compromiso inmediato de constituir una Red Española de Filosofía que promueva la cooperación entre todas las personas y organizaciones relacionadas con la profesión filosófica y la defienda ante las administraciones públicas y ante la ciudadanía española.
También hay, sin embargo, motivos de satisfacción: el que nos brinda que la filósofa estadounidense Martha Nussbaum haya sido galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales de 2012; ella representa el reconocimiento de España a la aportación que el trabajo filosófico de todo el mundo hace a una civilización que deseamos y esperamos sea crecientemente humana.
Rafael V. Orden Jimenez es decano de la Facultad de Filosofía de la UCM