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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Erasmus significa Europa

Escribía hace unos días Juan Cruz en su columna del suplemento dominical de El País que en una de sus conversaciones con el escritor y ex ministro de Cultura español, Jorge Semprún, le preguntó si realmente se podía hablar de una ciudadanía europea. Semprún, quien vivió en Francia durante gran parte de su vida, le contestó que la mejor iniciativa que se había adoptado para promover ese sentimiento común había sido el programa Erasmus de intercambio de estudiantes.

Muchos otros políticos y europeístas significados se han manifestado en el mismo sentido que Semprún en estos últimos años, y es que este programa nacido en 1987, ha permitido que alrededor de 3 millones de jóvenes dejaran durante unos meses sus países de origen y se adentraran en otras costumbres educativas y sobre todo culturales.

Dicen quienes han disfrutado de esta beca en alguna ocasión que quien es erasmus lo es para toda la vida. "Es una experiencia que no se puede explicar con palabras, ya que es una experiencia de vida. Es conocer otras personas, otras culturas. Es abrir la mente. Es pasar a ver todo en una gran pantalla panorámica. Es ser capaz de entender mejor a las personas y a tí mismo. Es... algo inolvidable. Algo que aplicar el resto de tu vida".

Mientras Adriana Duarte, brasileña de nacimiento e inglesa de nacionalidad, que este año estudia en la UCM, pronuncia estas palabras, los otros tres erasmus que están sentados junto a ella en los viejos sillones de la asociación ESN (Erasmus Student Network) de la UCM, asienten. "Es una experiencia inolvidable. Algo realmente recomendable", añade el austriaco Karl Braunbruck, quien estos meses estudia Derecho en la Complutense.

Adriana se erige en portavoz de sus compañeros ya que su experiencia erasmus es realmente amplia. El curso pasado estuvo en La Sorbona, en Francia, y el próximo año tiene previsto estudiar en Italia y Alemania. Los estudiantes de otros países, la mayoría, tan solo pueden disfrutar en su vida de un periodo erasmus, como les ocurre al propio Karl, o a sus compañeras de sillón, la francesa Josepha Depaix, quien estudia Sociología, y la italiana Lara Chioccarello, que cursa estos meses al igual que Adriana -se sorprenden al decirlo ya que no han coincidido nunca en clase- Lengua y Literatura Europea.

Adriana, Josepha, Lara y Karl cuentan que decidieron solicitar la beca erasmus al escuchar a gente cercana a ellos relatar su experiencia. "Yo, por ejemplo, no quería, pero mi hermana me contó que había sido la mejor experiencia de su vida". "A mí me lo recomendaron amigas de mi universidad que habían venido a España". "Mi hermana estuvo en España en 2003 y me dijo que tenía que venir", aporta Josepha.

La diferencia entre disfrutar la beca en un país o en otro es uno de los temas que centran el improvisado debate entre estos cuatro erasmus. Creen todos ellos que sería interesante en el futuro que todos los beneficiarios del programa tuvieran las mismas oportunidades, tanto en la cuantía de la beca -los ingleses, por ejemplo, reciben más de 500 libras al mes, por los 230 euros de los italianos-, como en las posibilidades de cursar estudios en varios países. Por supuesto, los cuatro consideran que las cuantías de las becas deberían ser más altas, porque, como dice Josepha, la estudiante francesa, "solo puedes ser erasmus si tus padres te lo pueden pagar" o, como añade Lara, en realidad solo puede beneficiarse del programa "la gente de clase media o alta". "Sabemos que estamos en un contexto de crisis económica, y que es difícil de resolver esto, pero realmente el objetivo de Erasmus es permitir a los estudiantes que se empapen de la cultura de los otros países y, por ejemplo, si vienes a España y quieres conocer su cultura debes viajar y eso es muy caro", reflexiona Adriana.

En otro de los temas en los que coinciden es en la oportunidad que el programa ha dado a muchos europeos de borrar ciertos estereotipos sobre los ciudadanos de otros países. "En cada país -habla Karl, el estudiante austriaco- existen muchos prejuicios sobre los de otros lugares. En el mío pensamos que todos los franceses son aburridos y todos los italianos y españoles, unos vagos. Basta unos meses de convivencia con estudiantes de los distintos países para darse cuenta de que eso es una tontería". "Es verdad -añade Adriana-. En Inglaterra existe la creencia de que en España todo el mundo está de fiesta, que los portugueses solo buscan el dinero, que todos los rumanos son gitanos, los húngaros son todos corruptos y los italianos son fascistas. Esta serie de cosas el programa Erasmus sí que ha ayudado a cambiarlas, y hoy nadie con una mínima cultura piensa esto".

Sin embargo, curiosamente, un estereotipo difícil de borrar es el que persigue a los propios estudiantes erasmus más allá de donde estén estudiando. "En todos los sitios creen que los erasmus somos unos vagos, que jamás estudiamos y nos pasamos todas las noches de fiesta", explica Lara, la italiana. "Por supuesto, que salimos de fiesta -toma la palabra Adriana-, pero igual que a las tres de la mañana, como ayer, estaba en una discoteca, esta mañana me he levantado a las 6 y me he puesto a estudiar el libro de 1.030 páginas que debo saber en mi próximo examen".

Y es que, como defiende Lara, la erasmus italiana, no es tan fácil ser erasmus como parece. "Por ejemplo, en mis clases noto cierto distanciamiento de la gente cuando se entera de que soy erasmus. Creo que no nos toman en serio. Incluso hay profesores que te llegan a decir que no te esfuerces demasiado, que eres erasmus". "Es cierto -añade Josepha, la estudiante francesa de Sociología-. Yo estoy un poco frustrada por no poder relacionarme más con los estudiantes españoles, pero noto que me rechazan. No me siento integrada". "Yo muchas veces no me atrevo ni a preguntar en clase", confiesa Adriana. "Yo tampoco", conviene Lara. "Ellos se lo pierden.", sentencia Karl. "De todos modos -contextualiza Adriana- a mí me pasó algo parecido en Francia el pasado año. Creo que, en general, los erasmus no tenemos la mejor consideración allí donde vamos".

A pesar de esta falta de integración con los estudiantes complutenses que señalan, los cuatro consideran que uno de los mejores lugares para ir de erasmus es España y, en concreto, la Complutense. Adriana lo compara con su estancia del curso anterior en la Universidad de La Sorbona, y recuerda como allí no había ningún servicio de ayuda o información como los de aquí a los que acudir, o una asociación como ESN en la que integrarse, conocer otros estudiantes, ir de viaje o asistir a fiestas. "Aquí todo está mucho mejor organizado. Por ejemplo, gracias a ESN nada más llegar me ayudaron a darme de alta en Internet, algo imprescindible para cualquier estudiante. En Francia no lo logré en todo el curso".

El debate gira de nuevo hacia Europa. En esta ocasión los cuatro erasmus lo centran en el futuro del viejo continente. Josepha ve con pena como la crisis económica en el fondo se está llevando también consigo ese viejo sueño de crear una ciudadanía europea. El problema, a su juicio, no es la economía, sino más bien los nacionalismos. "Europa debería estar más unida. Las leyes y los derechos deberían ser iguales en todos los países. Debería haber un mayor grado de unidad", afirma esta estudiante francesa. Karl, sin embargo, no está de acuerdo y considera que los países que mejor han hecho las cosas en los años pasados y que gozan hoy de una mejor situación económica, no deben pagar los platos rotos de los demás. "Yo creo que algunos países deben salir cuanto antes del euro. Grecia, sin duda, pero quizá también Portugal, España e Italia". "Creo que la semilla de favorecer un sentimiento común europeo fue algo muy bueno. Pero hoy por hoy las grandes diferencias económicas entre los países son difíciles de superar", añade Adriana. "Es que el sentimiento europeo realmente no existe", abunda Karl. "No estoy de acuerdo -rebate Josepha-. Todos deberíamos poner de nuestra parte e ir unidos". "Lo que sí es cierto es que el hecho de haber sido erasmus nos hace sentir mucho más cercano lo que sucede en otros países, porque quieras o no ya tienes amigos en todos los lados", concluye Adriana.

 

ESN-UCM: red de estudiantes para ayudar a los erasmus

Si la Complutense es desde hace muchos años una de las universidades europeas más demandada por los estudiantes erasmus, y a la vez también la que más alumnos envía a otras universidades europeas, es en buena medida gracias al compromiso institucional que mantiene con este programa de intercambio. Así, desde hace ya muchos años la UCM cuenta con una oficina que coordina las convocatorias tanto para los estudiantes complutenses que viajan a Europa como para los europeos que vienen aquí. Además, las facultades más demandadas cuentan con su propia oficina para resolver los trámites administrativos y cuantas dudas puedan surgir a los estudiantes.

En esta red de atención a los erasmus, en los últimos años ha cobrado un papel esencial la sección de la UCM de la Erasmus Student Network (ESN-UCM). La red ESN está presente en alrededor de 300 universidades europeas. Creada un año después que el programa, en 1988, es gestionada por estudiantes de las distintas universidades, normalmente antiguos erasmus que no quieren perder el contacto con las sensaciones vividas años atrás. La ESN-UCM fue fundada en 1991, la primera de España, si bien durante bastante tiempo su actividad fue bastante reducida. Fue en 2005 cuando un estudiante, Íñigo Cruz, activó la asociación poniendo en marcha el programa Tutor. Se trata de poner a disposición de los erasmus estudiantes españoles para que les asesoren en su día a día en nuestra ciudad o les ayuden a resolver los trámites administrativos habituales.

En la actualidad, la ESN-UCM la preside Ángel Iglesias, titulado en Publicidad y Relaciones Públicas y en Turismo, y antiguo erasmus en Tesalónica. Como cuenta Ángel, el programa Tutor continúa siendo la seña de identidad de la asociación, atendiendo en estos momentos a más de 400 estudiantes. A la vez, con la intención de integrar a los erasmus en la cultura española, organizan viajes, visitas culturales, torneos deportivos o fiestas prácticamente todas las semanas. La ESN-Card identifica a sus miembros y les concede descuentos en comercios, gimnasios, bares... de toda Europa.

 

El futuro del Programa: Erasmus for all

La Comisión Europea presentó a finales del pasado año el borrador del programa Erasmus for all. Se trata de un único programa en el que quedan englobadas todas las actividades que hasta ahora financiaba y promovía la UE para facilitar el intercambio educativo en el viejo continente. En el nuevo Erasmus for all, cuyo desarrollo está previsto para el periodo entre 2014 y 2020, se integrará, por tanto, el Programa Europeo de Intercambio de Estudiantes Erasmus, el Tempus (para países de Europa del Este), Alfa (con América Latina), Edulink (para África, Caribe y Pacífico), concediendo de esta manera un enfoque mundial al programa. Asimismo, formarán parte de Erasmus for all otras iniciativas de la UE como Erasmus Mundus (organización de másteres y doctorados entre dos o más universidades europeas, creando consorcios de los que también pueden formar parte centros educativos de otros continentes) o, por ejemplo, las Cátedras Jean Monnet para la promoción de los valores europeos.

Otra de las grandes novedades del nuevo programa es la inclusión entre sus beneficiarios no solo de estudiantes de educación superior, sino también los escolares e incluso los que realizan otros tramos educativos alternativos, similares a lo que en nuestro país es la Formación Profesional, e incluso a aquellos que opten por otro tipo de academias o estudios fuera de la Universidad.

En la presentación de Erasmus for all, la Comisión habló de una dotación económica de 2.600 millones de euros. El 66 por ciento del montante global estaría dedicado a los distintos programas de intercambio. Otro 26 por ciento se dedicaría a la organización de programas de cooperación; un 5 por ciento estaría reservado a actividades relacionadas con propuestas para la gobernabilidad de Europa, quedando el último 3 por ciento destinado a garantizar al funcionamiento de las agencias que coordinen el programa en los distintos países.

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