A un grupo de jóvenes de Glasgow que han cometido delitos menores se les castiga a cumplir un determinado número de horas de trabajos para la comunidad. El tipo que coordina su trabajo abogará por ofrecerles una nueva oportunidad vital.
El guionista Paul Laverty trabaja con el director Ken Loach por decimosegunda vez, así que se puede decir que forman un tándem perfectamente engrasado. Laverty entiende a la perfección lo que quiere contar Loach y lo hace aportando diferentes tonos en cada uno de los filmes. Tras la áspera y dura Route Irish, ahora el equipo guionista-director opta por una historia que deja un poso de esperanza y buen rollo que vienen muy bien en el momento que vivimos. Es cierto que la historia muestra al lumpen de Glasgow y sus grandes problemas sociolaborales, pero en toda la historia hay un aura de jovialidad que hace que uno salga de la sala un poco más feliz de lo que entró. Para conseguir ese sentimiento el guión tiene un giro inesperado a la mitad de la historia que convierte al filme en una buena comedia, de esas en las que uno se ríe sin necesidad de chistes chabacanos ni mamarrachadas varias.
Ken Loach es de esos directores de culto que a la hora de la verdad tienen muy pocos espectadores. Por ejemplo, su anterior filme no llegó en España a los 7.000, el precedente (Buscando a Eric) superó por poco los 114.000, y el anterior (It's a free world) poco más de 73.000. Todo el mundo afirma conocerle y ver sus pelis, pero en realidad son una minoría muy pequeña los que le siguen. En nuestro país su película más taquillera fue Tierra y libertad, y sólo porque era una historia sobre la guerra civil inspirada en el libro de George Orwell Homenaje a Cataluña. Por cierto, para mí esa es la única película rodada sobre dicha guerra en la que se incluyen buenas escenas bélicas. O al menos la única que yo he visto de entre muchas decenas de filmes sobre ese conflicto.
Lo que es evidente, es que Loach está muy fogueado en esto del cine social y las películas le salen de una manera totalmente natural. Es como el Woody Allen de los barrios bajos y los problemas de clase. Es decir, justo lo contrario que Woody Allen.
En cuanto a los actores, y como es habitual en el cine de Loach, la mayoría son bastante desconocidos, con alguna excepción como John Henshaw, que ha hecho mil pinitos sobre todo en la tele, incluyendo series tan conocidas como Downtown Abbey.