Resulta conmovedor ver cómo políticos en ejercicio y con altas responsabilidades en la gestión de la cosa pública cambian de opinión de un día para otro sin el menor recato, sin el correspondiente mea culpa. No es cuestión de afrentar la conducta de nadie, pero quienes han sido durante tanto tiempo defensores de la austeridad -con resultado tan dramático como situar la cifra de paro en España en seis millones de personas-, no pueden aparecer de la noche a la mañana como adalides de políticas expansivas para regenerar nuestra maltrecha economía. Los últimos rifirrafes entre el presidente del Gobierno español y la canciller alemana dan muestra de la precariedad de algunos planteamientos en la gestión de sus respectivas acciones de gobierno.
Fruto de las políticas de austeridad que se presentaban como necesarias e imprescindibles para abordar la senda de la recuperación económica, nos llegaron los ajustes presupuestarios en la educación, la sanidad y otros servicios públicos. Impasible ante las protestas y demandas sociales, el Gobierno español en vez de corregir sus políticas restrictivas en el gasto/inversión en educación o sanidad, emprendió una vía de estricto cumplimiento del nuevo catecismo de la economía occidental en el que sus diez mandamientos se reducían a uno solo: recortes y austeridad en el gasto público.
Al final, metidos en el bucle de la recesión, nos enfrentamos a un mercado laboral sin oportunidades, del que ha sido arrojado el 55% de los jóvenes españoles. Sin embargo, en medio de este escenario tan negro se puede distinguir un sector al que le afectan, en menor medida, los rigores de la crisis. Los trabajadores con mayor nivel de formación -con títulos de grado, posgrado y maste- son los que presentan una menor tasa de desempleo, se reincorporan antes al mercado laboral cuando se quedan en paro y sufren en menor grado la temporalidad o el subempleo. Son datos que están recogidos en un estudio reciente de la consultora de recursos humanos ICSA Group y La Salle Universities.
No es el único estudio que se ha publicado recientemente, en el que se pone de manifiesto que la formación universitaria es la mejor vía para acceder a un puesto de trabajo de calidad y con garantías de permanencia. Así, el estudio La empleabilidad de la población cualificada elaborado por EAE Business School precisa que el desempleo entre los profesionales con posgrado descendió ligeramente durante el año 2011 en siete comunidades autónomas, mientras que el desempleo para el conjunto de la población activa creció ese año el 13%.
Son solo dos ejemplos que sustentan un viejo principio: la educación, en general, y la educación superior, en particular, constituyen la mejor alternativa a la depresión del marcado laboral. Invertir en educación es garantía de futuro y de progreso. Insistir, como se está haciendo hasta ahora, en los recortes a los presupuestos educativos nos perpetúa en la espiral de la recesión que nos tiene atrapados.