Da miedo pensar que el Gobierno español haya decidido cumplir el rancio mandato de la etapa franquista: "¡Que investiguen ellos!". Ahora bien, si nos atenemos a las decisiones tomadas a lo largo del último año por el Ejecutivo, no tendremos más remedio que concluir que la vigencia de ese mandato se alimenta día a día. Sólo un ejemplo de los últimos días: España recorta su inversión en el sector espacial el 75%. La medida ha llevado la alarma al sector espacial, en el que nuestro país tenía una presencia destacada tanto en el ámbito de la investigación como en el posterior desarrollo industrial de proyectos concretos. El diagnóstico de los más avisados se concreta en tres efectos perversos: pérdida de empleo, deslocalización a otros países y pérdida de capacidad exportadora y tecnológica.
Y es que llueve sobre mojado. Hace unos meses nos enteramos de la deuda que mantiene España con la Organización Europea para la Investigación Nuclear, lo que comúnmente se conoce como CERN, el mayor laboratorio de investigación en física de partículas a nivel mundial. Esta situación podría derivar en la salida de los investigadores españoles del CERN, lo que nos acarrearía un aislamiento lamentable en uno de los centros más importantes del mundo en el campo de la ciencia y de la investigación.
Decía Albert Einstein que en los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento. Parece que al Gobierno español se le ha agotado la imaginación, por cuanto las medidas que adopta siempre tienen el mismo contenido: restricción en el gasto público y dotación de ingentes fondos para rescatar al sector financiero. Caso contrario es el de los propios investigadores que han ingeniado una serie de vías alternativas para captar recursos con los que cubrir el desplome de las ayudas oficiales a la I+D. Las iniciativas puestas en marcha por los científicos van desde la captación tradicional de dinero a través de huchas o venta de loterías hasta el uso de Internet con el novedoso crowdfounding (financiación en masa). Incluso ha habido científicos que se han presentado a concursos televisivos que compensan con dinero a los ganadores de estos programas.
La situación puede resultar cómica, pero es dramática. Desde la Universidad Complutense de Madrid llevamos mucho tiempo reclamando la atención de las autoridades políticas sobre un asunto que puede despeñarnos por la pendiente del subdesarrollo. La Universidad es docencia, investigación y transferencia a la sociedad. En la Universidad pública española reside casi el 70% de la investigación que se hace en España. No es extraño, por tanto, que nuestra voz se alce cada vez con más fuerza contra unas políticas que hacen tambalear un edificio construido en los últimos treinta años y que hoy está a la altura del que se han dotado los países de nuestro entorno. ¿Alguien es capaz de no ver con nitidez este problema? No dejemos a la investigación abandonada.