"Un corazón ilustrado que aspira a que su nación entre en la edad de la razón". Así define José Luis Villacañas, director del Departamento de Historia de la Filosofía, a Antonio Muñoz Molina, visto a través de su último libro, Todo lo que era sólido, "una obra con exigencia de rigor y verdad filosófica sin dejar de ser un texto literario", volvió a definir Villacañas.
Los debates del Foro de Filosofía UCM reúnen a un autor con un grupo de expertos, que le interrogan sobre su obra. En esta ocasión, Muñoz Molina se enfrentó a José Luis Villacañas, Jacques Lezra, profesor de la Universidad de Nueva York, y los profesores de la Texas A&M University Alberto Moreiras y Teresa Vilarós-Soler. "Creía que quienes tenían animadversión hacia el libro, simplemente no lo iban a leer", bromeó Muñoz Molina en un momento del debate.
La mayor parte de las preguntas que fue recibiendo el autor andaluz durante el extenso debate, giraron sobre el concepto de ciudadanía. No en vano, esa es la mayor exigencia que el nuevo Premio Príncipe de Asturias hace a la sociedad española desde las páginas de su libro. "Muñoz Molina -señaló José Luis Villacañas- nos pide que veamos la transcendencia de cualquier gota de realidad, que no deleguemos la mirada, con el fin último de construir el sentido común que nos permita salir del delirio engañoso que ha caracterizado la democracia española y situarnos en la edad de la razón".
concepto de ciudadanía
Para el propio autor, el concepto de ciudadanía que es hilo conductor de su libro, no es otra cosa que alcanzar la "condición adulta, la responsabilidad, el compromiso con lo concreto, el derecho de las personas a a elegir de manera adulta". La ciudadanía que Muñoz Molina propone a la sociedad española es también romper con el existencialismo que considera lo español como opuesto al resto del mundo, algo "que es mentira. Muchas inteligencias españolas se han fermentado en otros lugares del mundo, y muchas buenas ideas del mundo no han sido ajenas a lo que después se ha hecho en nuestro país". La idea de ciudadanía de Muñoz Molina se basa, en sus propias palabras, en la tradición ilustrada, en la "tradición de los grandes solitarios, de los contracorriente, de los disidentes, de aquellos que han representado algo distinto a lo que parecía lo habitual español. Es el Jovellanos, del retrato de Goya, que se muestra abrumado tras ser nombrado ministro. Es Blanco White. Es Santiago Ramón y Cajal. Es la tradición republicana en el mejor sentido de la palabra".
Sentimiento identitario
Otro problema de la configuración de la ciudadania en España es el excesivo peso que se da al sentimiento identitario. Para el autor de Todo lo que era sólido, aún hoy muchos se creen con derecho a ciertas cosas solo por el hecho de haber nacido en un lugar, no por lo que hacen o dejan de hacer. "Necesitamos una ciudadanía que se imbrique en lo jurídico. Una persona nacida en otro lugar y que lleva aquí veinte o treinta años se sigue sintiendo extranjero. En otros lugares, como Estados Unidos todos se sienten americanos desde el momento en que juran la Constitución. Son irish-american, bangladesí-americano... Aquí no somos capaces de sentirnos catalanes y españoles o andaluces, catalanes y españoles. Al contrario -continuó el escritor- aquí nos movemos con sentimientos de disidencia, de anticatalanismo, de antiespañolismo, de anti... lo que sea. Para mí esto no es más que una infantilización".
Preguntado por una supuesta contradicción contenida en su obra, al hablar en una de sus páginas de la necesidad de un pacto entre las elites y la ciudadanía más politizada, y en otra de la conveniencia de una rebelión pacífica del activismo civil, Muñoz Molina consideró que no hay tal contradicción, sino que ese pacto que reclama entre la clase política y la sociedad civil, a su juicio, sólo será posible si previamente se produce una rebelión civil efectiva. "Lo acabamos de ver en la cuestión de los desahucios y las hipotecas. Solo la rebelión social ha conseguido que la clase política busque una solución y un pacto al problema".