Por Ignacio Bosque

Acepto con mucho gusto la invitación de Tribuna Complutense para que glose en pocas palabras la relevancia del tercer centenario de la Real Academia Española (RAE). Se ha inaugurado estos estos días una exposición conmemorativa en la que se narra pormenorizadamente su historia a lo largo de estos tres siglos. En la exposición se muestra, de manera gráfica y didáctica, la estrecha relación que existe entre los acontecimientos que jalonan tan largo periodo y las complejas vicisitudes por las que ha pasado la institución.
Pero, además de para conocer en alguna medida su historia, este aniversario debería servir sobre todo para que los ciudadanos conocieran algo mejor la labor de la Academia. Como resulta difícil resumir sus tareas y sus proyectos en unas líneas, solo diré que los académicos que la integran se distribuyen en comisiones, que abarcan desde los aspectos administrativos (Junta de Gobierno) hasta los técnicos (Comisión de Ciencias Humanas, Comisión de Ciencias Sociales, Comisión de Vocabulario Científico y Técnico, Comisión de Gramática, Comisión Delegada del Pleno, etc.). Los materiales que contiene el diccionario académico son preparados por los especialistas que componen el Instituto de Lexicografía de la RAE. Estos borradores contienen propuestas que se envían a los comisiones de académicos, en las que se estudian y se revisan muy detalladamente. Existen algunas diferencias en los procedimientos articulados para el trabajo en la Gramática y en la Ortografía.
La RAE ha publicado 22 ediciones de su Diccionario (la 23 aparecerá en el 2014) y 37 de su Gramática. Ha publicado también diccionarios escolares, de dudas, ilustrados y de otros tipos. Es cierto que el ritmo de sus trabajos no siempre fue en el pasado el mismo de estos tres últimos lustros, en los que la RAE ha integrado sus tareas en la Asociación de Academias, pero el balance global de sus resultados ofrece pocas dudas. En los últimos diez años ha crecido considerablemente el número de sus proyectos, así como el de sus servicios. La reciente Biblioteca clásica, que sacará a la luz más de un centenar de obras literarias de primer orden, ya ha publicado las primeras dieciséis. Los corpus electrónicos ponen al acceso libre de los especialistas de todo el mundo un gran número de datos lingüísticos organizados. Funciona eficazmente asimismo un servicio de consulta, y están en marcha varios proyectos para desarrollar nuevos recursos lingüísticos de acceso libre. Nuestro nuevo portal, que se acaba de inaugurar (www.rae.es), ya contiene algunos de ellos. De todos los proyectos que están en marcha, el nuevo Diccionario Histórico es probablemente el que tardará más tiempo en concluirse, pero los avances parciales ya se han hecho públicos.
Se ha dicho alguna vez de ciertas academias europeas que se parecían más a clubs de notables que a centros activos de trabajo. La nuestra ha pasado, a lo largo de su dilatada historia, por etapas de mayor y menor fecundidad, pero lo cierto es que al poco de nacer dio a la luz el impresionante Diccionario de Autoridades, y ahora, tres siglos después, vuelve a recuperar el ímpetu y la ilusión de aquel periodo fundacional.

Por Ignacio Bosque
Catedrático de Filología Hispánica de la UCM y académico de la RAE