Por Begoña García Greciano
La misión de la Universidad en su doble vertiente docente e investigadora es generar y transmitir conocimiento para incrementar el nivel cultural, científico y técnico de los futuros profesionales. El Bachillerato, como etapa previa a la Universidad, constituye un eslabón esencial debiendo capacitar a los alumnos para que accedan con la formación adecuada a la educación superior.
La reciente modificación del Proyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa incorpora entre sus enmiendas la fusión de dos modalidades de Bachillerato, diferenciadas en la propuesta inicial, en una única modalidad: "Humanidades y Ciencias Sociales". Como resultado de esta fusión, la asignatura "Latín" pasa a ser una materia troncal en los dos cursos de Bachillerato mientras que la asignatura "Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales" se relega a una materia de opción en ambos cursos.
Considerando que el itinerario de Ciencias Sociales es uno de los más demandados por los alumnos de Bachillerato, incluir el latín como materia obligatoria y las matemáticas como optativa puede tener diversas consecuencias.
En primer lugar, puede generar desequilibrios en los Centros educativos por no disponer de recursos humanos suficientes para cubrir las nuevas necesidades docentes derivadas de la obligatoriedad del latín en un itinerario muy demandado, pudiendo repercutir en un aumento de los costes en el sistema educativo.
En segundo lugar, puede generar rigideces en el sistema. En efecto, los alumnos además de las materias obligatorias deben elegir al menos dos materias de opción en cada curso de Bachillerato. En un contexto racional, los alumnos que deseen acceder a estudios relacionados con la economía deberían elegir "Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales I" y "Economía" en primero de Bachiller y "Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales II" y "Economía de la Empresa" en segundo curso. El resultado será que estos estudiantes van a tener menos posibilidades de elección, rompiéndose uno de los principios básicos de la propia Ley como es el de la flexibilización de las trayectorias.
Finalmente, la nueva estructura contempla un escenario todavía más desalentador como es la posibilidad de que un alumno pueda acceder a estudios de economía sin haber cursado ninguna asignatura de matemáticas en el Bachillerato. A título de ejemplo, en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid, en el primer curso de las tres titulaciones de grado que se ofertan: "Economía", "Administración y Dirección de Empresas" y "Finanzas, Banca y Seguros", un tercio de las asignaturas son de matemáticas propiamente dichas y otro tercio utilizan las matemáticas como herramienta básica. En este contexto, se deberían fijar procedimientos de admisión a fin de evitar el posible acceso a estudios de economía de los alumnos que no hayan cursado matemáticas en el Bachillerato generándose una disfunción en el propio sistema.
En definitiva, la posibilidad de acceder a la Universidad con déficit formativo de base puede generar con plausible certeza un aumento de la tasa de abandono en la enseñanza universitaria y una reducción de la tasa de éxito, incidiendo negativamente en la inserción laboral. A fin de evitar estos efectos negativos y dotar de mayor flexibilidad al sistema, lo razonable sería retornar a la propuesta inicial del Proyecto de Ley que contemplaba cuatro modalidades de Bachillerato con la "Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales" como asignatura obligatoria en la modalidad de Ciencias Sociales.
Por Begoña García Greciano
Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UCM