La separación de sus padres, Manuel García y Rosa Sarmiento lleva a Rubén Darío a la casa de la tía Bernarda (mamá Bernarda) y su marido Félix García, hogar en el que tantas veces se refugiara su madre. Estudia primaria con un profesor particular y sigue estudios con los jesuitas de León. A los trece años publica sus primeros versos bajo el seudónimo de Bruno Erdía y comienza a ser conocido como "el poeta niño". Su simpatía hacia el partido liberal anima a los políticos a mediar por una educación adecuada para el joven poeta. Las relaciones amorosas de Rubén Darío fueron siempre complejas. Se siente o es traicionado por su primer gran amor, Rosario Murillo. Contrae matrimonio con su mujer ideal, Rafaela Contreras, en El Salvador, aunque irán a residir a Guatemala. Madre de su primer hijo, Rubén Darío Contreras, morirá a los pocos meses a consecuencia del parto. Tras un breve y forzado matrimonio con Rosario Murillo es enviado a España, en 1892, como representante del gobierno de Nicaragua en los festejos del IV Centenario del Descubrimiento. Años después, en su segundo viaje a España (1898), La Nación le encomienda una serie de crónicas que describan la situación tras el desastre del 98. Conoce a Francisca Sánchez en Madrid mientras paseaba, en compañía de Valle Inclán, por la Casa de Campo. | ![]() |
Fotografía de Francisca Sánchez y
Rubén Darío Sánchez de primera comunión
Poco después de conocerse, Rubén Darío y Francisca Sánchez establecen su hogar en la calle del Marqués de Santa Ana. El enseña a Francisca los rudimentos básicos de la cultura y con ella tendrá tres hijos, aunque solo uno sobrevivirá, Rubén Darío Sánchez, "Güicho".
"A FRANCISCA" (fragmento)
"Sé conmigo un amigo sé lo que debes ser, Ajena al dolo y al sentir artero, |
Ser cuidadosa del dolor supiste Seguramente Dios te ha conducido |
Un extenso número de los documentos conservados son poemas y borradores de puño y letra de Rubén Darío, algunos de los cuales parecen escritos más en el ambiente familiar que en el retiro del poeta.
El cuaderno de hule es el ejemplo por excelencia: un cuaderno utilizado por toda la familia para distintos menesteres en donde se pueden encontrar dibujos infantiles, que suponemos son de sus hijos, cuentas domésticas y una curiosa descripción de las claves que deberían utilizar para comunicarse mediante telegramas Francisca y Darío.
Entremezclados con ellas aparecen los borradores de la novela La isla de oro y poemas como "Canción otoñal". Todos con correcciones, tachaduras, subrayados y anotaciones al margen.
El transcurrir diario de una familia como la de Rubén Darío queda reflejada en documentos como los que aquí se exponen: facturas, recetas, recibos, suscripciones, compras de mobiliario, etc. Su difícil situación económica encuentra su contrapartida en el gusto en el vestir, como muestran las facturas del sastre y la modista.
Muy reveladores son los documentos sobre su salud. Él mismo, en sus últimos años, alude de modo constante a su enfermedad y así lo demuestran las facturas de los médicos, que le visitan en Madrid, Palma de Mallorca, Buenos Aires o París, a menudo coincidentes en el tiempo con los gastos de bebida, en hoteles o en comercios.
Los recibos del sereno, el carbonero, el vaquero, el panadero, o la lavandería, alternan con los del fotógrafo, el alquiler del coche de caballos o la compra de la pianola que al final hubo de vender.