A veces un escritor debería desaparecer para allanar el camino a su obra (según Eco), otras -las más- tiene que fallecer para que se preste atención a su figura. En el caso que nos ocupa, salvando honrosas excepciones minoritarias, el autor ha tenido que morirse y además han tenido que pasar setenta años hasta que descubriéramos que teníamos un referente en la historia, que en la encrucijada más salvaje de nuestra vida común reciente había alguien como nosotros.
El libro que traigo es El hombre que estaba allí, la biografía de Manuel Chaves Nogales, un periodista digno de ese nombre cuyo principal atractivo residió precisamente en eso, en ser realmente un periodista o, si queremos afinar más, un historiador al instante.
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