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El anatomista Philip Verheyen y "Los errantes" de Olga Tokarczuk

Marta Torres Santo Domingo 11 de Enero de 2021 a las 09:39 h

Una pierna amputada y momificada es, para el anatomista y grabador flamenco Philip Verheyen (1648-1710), el objeto de estudio que le permitirá intuir el orden oculto que enlaza lo grande y lo pequeño a través del análisis del cuerpo humano, contenedor del mundo entero. A través de la obsesiva investigación de Philip en esa pierna, que es su propia pierna amputada y le sigue doliendo, se nos ofrece el relato de un viaje hacia una tierra ignota y un intento de esbozar su mapa (p. 202). Para Philip, que confía en la fisiología y la teología como pilares en su búsqueda del conocimiento, su pierna es la parte de un todo fragmentado que todavía contiene la esencia de su alma pues cuerpo y alma son una misma cosa que cohabitan en el cuerpo humano como parte de Dios. ¿No sigue perteneciendo acaso a un todo el más insignificante fragmento? (p. 205).

 

Esta historia fascinante, de una inmensa genialidad creativa, forma parte del libro Los errantes de la escritora polaca Olga Tokarczuk, Premio Nobel de Literatura 2018, una novela original y moderna en su forma fractal y caleidoscópica, pero a la vez coherente y honda. Recibida como una obra maestra y multipremiada, Los errantes está tan llena de enigmas e innovaciones que desconcierta y seduce a partes iguales a sus lectores, y es percibida de muy diferentes maneras y puntos de vista. En algunos de sus personajes encontramos autores muy reconocidos de la ciencia, como Verheyen, de cuyas obras la Biblioteca Histórica custodia varios ejemplares.

 

Olga Tokarczuk (1962- ) ha intentado explicar en diversas entrevistas la estructura de su novela a través de una metáfora. En mitad de la noche en el cielo se pueden ver unos puntos luminosos aislados, las estrellas, siguiendo un orden caótico. Pero nuestra mente, nuestro cerebro, percibe dentro de ese caos ciertas formas que llamamos constelaciones, detrás de las cuales en nuestra civilización hay una tradición de historias mitológicas con diferentes significados. No podemos ver el cielo como un caos. Los errantes ha sido diseñado como una constelación, lleno de pequeños textos dedicados al lector para que él los transforme con su mente. Lo primero que destaca en la novela, por tanto, es su forma fragmentaria, híbrida, discontinua, combinando en ciento dieciséis piezas múltiples géneros que van desde el viaje al ensayo pasando por la prosa poética, relatos, sueños, apuntes, autobiografía o poética de la escritora, en una brillante y extraña constelación de historias unidas por un ritmo fluido.

 

Esta estructura está ligada a la concepción de la novela y tiene su origen en una crisis personal de la autora. Cuando Olga Tokarczuk cumplió los cuarenta años, una época que ella define como oscura y en la que buscó un profundo cambio en su vida, decidió viajar tanto y tan lejos como fuese posible. Fue un viajar saltando de un lugar a otro, explica, con cambios muy rápidos que la llevaron a reunir múltiples experiencias de las que quiso luego escribir. Pero necesitaba una forma literaria para poner en palabras esa experiencia de viajar, y las formas clásicas, memorias, reportajes o crónicas, no le resultaban adecuadas. Lo que quería expresar no lo podía hacer con la forma de la novela realista porque le resultaba insuficiente y necesitaba trascenderla. Por eso inventó esta "novela constelación" en la que, reconociendo la influencia del concepto de "sociedad líquida" de Zygmunt Baumann, se percibe la realidad de manera más fluida, más móvil, menos estable, imperfecta.

 

Una explicación más profunda de su poética y de los principios que rigen su escritura se puede encontrar en su Discurso de recepción del Premio Nobel en 2019, en el que aboga por una literatura que encuentre un nuevo narrador que le permita reconocer la interconexión de las cosas, confiar en la constelación de fragmentos capaces de ir más allá de los límites de nuestro ego y contar historias que activen un sentido del todo en la mente del lector. Y siempre con un sentido de la ternura hacia la historia y los personajes.

 

En Los errantes hay dos argumentos principales. En primer lugar, el movimiento y el viaje en sentido amplio, ya sea turístico, de peregrinación, neurótico, de huida o desaparición, que hoy en día es muy distinto del viaje de hace siglos. También está presente el viaje a lugares que le gustan a la autora como museos o gabinetes de curiosidades y que le permiten viajar por sus obsesiones: esos gabinetes a los que la Biblioteca Histórica ha dedicado alguna exposición: Gabinete de curiosidades: una relación zoológica. Además, el tema del viaje está tratado no a través de paisajes objetivos sino del paisaje reflejado en nuestra mente, y del movimiento interpretado como vida.

 

Precisamente, el título del libro en castellano, Los errantes (en polaco Bieguni), está tomado de uno de los relatos que hace referencia a una secta que creía que el movimiento constante era lo único que podía evitar al diablo. "Bienaventurado es quien camina (p. 252)".

 

A través de varias piezas centradas en lo que llama "Psicología del viaje", va planteando diferentes aspectos como, por ejemplo, la vida de los aeropuertos o el significado del tiempo en el viaje. "Cuando salgo de viaje desaparezco del mapa. Nadie sabe dónde me encuentro. ¿En el punto del que partí o en aquel al que me dirijo? ¿Existe un "entre"?... En todas partes y en ninguna (p. 54). Como se reconocen unos viajeros a otros, el egocentrismo del viajero, o cual es nuestro destino definitivo son algunas de las reflexiones de la autora.

 

Varios relatos hacen referencia a la necesidad de escribir sobre el viaje y, de alguna manera, constituyen una suerte de poética de la narradora, y de la dificultad del oficio de escribir. Y así, constata la imposibilidad de describir lo que se vive en un viaje: "Describir es como usar: desgasta. Los colores se difuminan, los bordes se desdibujan y, finalmente, lo descrito empieza a diluirse, a desvanecerse. Sobre todos los lugares... Guías" (p. 71).

 

Pero insiste en la necesidad de contar, de hablar, Vida contada, vida salvada (¡Hablar! ¡Hablar! p. 172). Y aunque ella misma duda sobre si tiene sentido contar estas historias, y la forma que adoptan sus relatos, sabe que debe seguir, aunque quizás nadie lo lea.

 

El segundo argumento del libro es el "carruaje" con el que viajamos, el cuerpo humano, frágil, mortal, débil, que desde hace siglos los seres humanos han intentado preservar. Y es que una de las obsesiones de la autora durante la crisis que la llevó a escribir este libro era el enfrentarse a hacerse mayor, lo que la llevó a la reflexión sobre ese cuerpo que viaja, su fragilidad y las formas que hay de preservarlo a lo largo de la historia. Sabemos mucho del espacio exterior y hay multitud de mapas y libros sobre el universo, los planetas, países lejanos. Pero sabemos muy poco de nuestro interior, cómo funciona o qué aspecto presenta y la ciencia tiene la capacidad de poner orden en el caos, como la literatura.

 

Con este argumento como telón de fondo la autora viaja a algunos gabinetes de curiosidades fascinantes y nos regala historias magistrales entre las que destaca las de algunos anatomistas como Philip Verheyen. Verheyen es conocido por su libro de anatomía Corporis Humani Anatomia, publicado por primera vez en 1693 y del que la Biblioteca Histórica posee ejemplares de varias ediciones de 1710 y 1712 (https://ucm.on.worldcat.org/oclc/1026138185). Otro de los protagonistas del relato es Frederik Ruysch (1638-1731), también famoso anatomista que se hizo muy conocido por sus especímenes de fetos y cuerpos a los que colocaba en célebres composiciones expuestas en vitrinas. La Biblioteca Histórica posee decenas de sus obras y Folio Complutense le dedicó hace tiempo una entrada de gran interés: (https://webs.ucm.es/BUCM/blogs/Foliocomplutense/2600.php)
Incluso pasea por las páginas de Los errantes la figura de Spinoza de quién, además de libros, la Biblioteca Histórica custodia un interesante retrato pintado por Sorolla. Más relatos sobre la preservación del cuerpo humano los tenemos en el del doctor Blau, la historia de cómo el corazón de Chopin llega a Polonia, o las cartas de una hija al emperador de Austria para recuperar el cuerpo de su padre disecado y expuesto en el museo imperial.

 

Estos dos argumentos se enlazan constantemente a lo largo de pequeños fragmentos conectados unos con otros, que se mantienen unidos a través de su sentido, significados y argumentos. La tarea del lector es poner orden en ese caos, sobre el fundamento que ha preparado la autora.

 

Más información:

Corullón, Isabel, "Gabinetes de curiosidades en el arte contemporáneo", en Folio Complutense, 24 agosto 2015.

Corullón, Isabel, "El gabinete de curiosidades de Lastanosa", en Folio Complutense, 3 agosto 2015.

Díez Baños, Aurora, "Biblioteca y Gabinete de curiosidades, una relación zoológica", exposición en la Biblioteca Histórica (junio 2015 - enero 2016)", en Folio Complutense, 11 junio 2015.

Rodríguez Muriedes, Maite, "La zoología de Aldrovandi", en Folio Complutense, 1 junio 2020.

Rodríguez Muriedes, Maite, "Los esqueletos de Ruysch: entre lo macabro y lo curioso", en Folio Complutense, 12 enero 2011.

Sanz, Amelia, "Un "cabinet de curiosités" en la Biblioteca de la UCM: análisis de un lugar con lentes digitales", Pecia Complutense nº 33, julio 2020.

 

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